El presidente de Cuba, Fidel Castro, recibirá esta semana un homenaje por su 80 cumpleaños, en el que es esperada su aparición pública en medio de la persistente duda acerca de si su salud le permitirá o no reasumir el poder.
El tema del retorno de Castro al poder, tras casi cuatro meses de ausencia por problemas de salud, volvió a la vida cotidiana en Cuba, llevado de la mano por preparativos de festejos por su 80 cumpleaños, que traerán a la isla a 1.500 personalidades de 76 países.
El escritor ecuatoriano Jorge Enrique Adoum llegó el sábado a Cuba como una avanzada para las actividades que comienzan el martes y terminan el sábado con un desfile militar en saludo también al 50 aniversario del desembarco del yate Granma.
Desde la más reciente aparición televisiva de Castro, el 28 de octubre pasado, las opiniones de los cubanos sobre la salud del presidente se mantienen divididas, atizadas más por las pasiones que por lo que pudieron constatar en cinco minutos de transmisión.
«Pienso que está mejor y que quizás salga en público en el desfile de la Plaza (de la Revolución), pero regresar al Gobierno otra vez, a su meche de siempre, no sé, lo veo muy difícil», dijo una mujer de 52 años, que trabaja en una emisora de radio en La Habana.
«Está liquidado, no se levanta nunca más», dijo un opositor en voz casi inaudible, mientras que un jubilado, veterano dirigente de los Comité de Defensa de la Revolución (CDR), asegura que «el jefe está entero».
En el habla cotidiana de los cubanos, Castro es un sujeto sobrentendido, que no se nombra o se alude a él con gestos o apelativos. Pero desde el 31 de julio, cuando cedió el poder de forma temporal a su hermano Raúl por una crisis de salud que lo tiene en reposo hospitalario, la discreción aumentó.
Interpelados sobre el estado de salud de Castro, muchos cubanos levantan las cejas y mueven negativamente la cabeza: un silencioso «no sé».
Quizás contribuyó a ese inusual mutismo en los cubanos el hecho de que el propio presidente declarara «secreto de Estado» su salud, para desinformar «al enemigo», Washington, algunos de cuyos funcionarios han dicho que padece cáncer terminal y otros admitido no tener informaciones reales.
Médicos consultados sobre la salud de Castro, a partir de la única información oficial de hemorragias intestinales y la complicada cirugía practicada el 27 de julio, dijeron no tener suficientes elementos para un diagnóstico medianamente serio.
El propio Castro informó que en los primeros 36 días de postoperatorio perdió 18,6 kg, con lo que su imagen de guerrero, siempre en uniforme de campaña, adquirió contornos de fragilidad quijotesca.
«No sé qué pueda tener, el semblante, los pómulos, indican que es un hombre que no está sano. Además hay que tener en cuenta que son 80 años, con muy buena atención médica, pero también con un régimen de vida muy sacrificado», dijo uno de los galenos.
Consultados por la prensa dentro y fuera de Cuba, los dirigentes cubanos señalan que Castro «se recupera»; su amigo y aliado, el presidente venezolano Hugo Chávez, muestra cada vez más entusiasmo y el cineasta Alfredo Guevara, un allegado desde hace seis décadas, afirmó que está mentalmente bien.
«Creo que pronto se iniciará el segundo mandato de Fidel Castro. El primero duró 40 años y pronto iniciará el segundo», dijo Chávez el sábado, al desmentir versiones sobre un supuesto grave estado de salud del mandatario cubano y leer una carta que éste le envió.
Pero el propio Castro parece el encargado de calmar a partidarios entusiastas y a enemigos de tono fúnebre, cuando se muestra vivo, pero recalca que su recuperación será «prolongada y no exenta de riegos».
Tras la muy esperada salida en público del presidente durante el desfile militar, la atención se centrará en su asistencia o ausencia de la segunda y última sesión ordinaria del Parlamento, que tradicionalmente se reúne en la última semana de diciembre, importante para la planificación de la economía.