Cumbre de la OTAN en Riga


Hotel. Dos hombres conversan frente al Hotel Latvia, donde será la reunión de la OTAN; al fondo, las banderas de las naciones que integran este bloque.

La OTAN se reúne el martes y miércoles en Riga (Letonia) en una cumbre centrada en la reforma militar de la Alianza y la crí­tica situación en Afganistán, en un contexto de dudas y con un presidente norteamericano George W. Bush debilitado por su reciente derrota electoral.


Esta cumbre será la primera en un paí­s ex miembro de la Unión Soviética y la segunda en Europa del Este, después de Praga (2002), donde los aliados habí­an lanzado sus discusiones sobre la controvertida reforma del papel de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), creada en 1949 al inicio de la Guerra Frí­a.

Si bien esa reforma (que incluye la discusión sobre el área geográfica de las misiones de la OTAN, pero también sobre su carácter) es uno de los ejes principales del encuentro de Riga, la agenda abarcará también la situación en los Balcanes, la relación con los paí­ses de contacto y del Mediterráneo, la seguridad energética y Oriente Medio.

De todos modos, la coyuntura actual hará que la cuestión principal a debatir en la cena de apertura de la cumbre el martes por la noche sea Afganistán, donde la situación no ha dejado de empeorar en los últimos meses, con un fuerte incremento de los enfrentamientos entre la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF, que dirige la OTAN) con la resistencia talibán en el sur.

Este lunes, dos soldados de la fuerza murieron en un atentado suicida cerca de Kandahar (bastión talibán), lo que eleva a 120 el número de bajas militares de la ISAF y de la coalición internacional que lidera Estados Unidos en lo que va del año.

Con 31.000 soldados desplegados desde octubre pasado en todo el paí­s, la OTAN efectúa en Afganistán la mayor operación terrestre de su historia fuera de Europa y la necesidad de llevar a cabo con éxito su misión provoca tensiones entre los aliados por el aporte y la distribución geográfica de las tropas.

Ante lo delicado de la situación, el comandante en jefe de la OTAN, el general James Jones, pidió en varias ocasiones unos 2.500 efectivos más en el sur del paí­s, donde ya hay 10.000 soldados desplegados.

Pero algunos aliados, entre ellos España, dudan sobre la verdadera necesidad de enviar más tropas a esa zona y prefieren en cambio apostar por la reconstrucción del paí­s y la formación de las fuerzas y la policí­a afganas.

«Todos sabemos el impacto positivo de la reconstrucción y lo importante que es para legitimar nuestra misión. Vamos a seguir con el mismo número de efectivos y vamos a seguir haciendo lo que venimos haciendo en la zona del oeste», dijo recientemente el ministro español de Defensa, José Antonio Alonso.

Con el fin de rehusar las insinuaciones sobre la necesidad de aportar tropas adicionales -junto a Italia, Francia y Turquí­a-, los españoles recuerdan que son el sexto contribuyente de la ISAF con 700 soldados en Afganistán y ponen de relieve el incremento de los incidentes también en el oeste del paí­s.

Sin embargo, el secretario general de la Alianza Atlántica, Jaap de Hoop Scheffer, aseguró el viernes pasado que los lí­deres aliados podrí­an acordar flexibilizar la redistribución de tropas en casos de emergencia, una formulación que conformarí­a a todo el mundo y zanjarí­a en parte la controversia.

«Todo el mundo está de acuerdo, incluyendo España y Alemania, en que la base deben ser las situaciones de emergencia. Creo que es una base que puede lograrse», dijo De Hoop Scheffer.

Un acuerdo sobre este punto podrí­a mostrar una cohesión entre los aliados en momentos en que sobrevuelan ciertas dudas, con una falta de liderazgo fuerte tras la derrota electoral de Bush en las legislativas norteamericanas y el temor de que un retraso en la reconstrucción de Afganistán refuerce a los talibanes e incida en la actitud de los donantes.

«Afganistán es un sí­ntoma de un problema en un sentido mayor», afirmó en ese sentido el experto Ronald Asmus, de la German Marshall Fund, al referirse a la ausencia de «un consenso en la Alianza sobre la naturaleza de los desafí­os a los que se enfrenta».

Estas divergencias abarcan también otras cuestiones, como los Balcanes y la ampliación de la OTAN, por lo que está casi descartado cualquier anuncio en ese sentido en Riga, donde sólo se dejarí­a la puerta abierta a tres candidatos firmes (Croacia, Macedonia y Albania), que deberán continuar con sus progresos.