Cada palabra que salga de la boca de Benedicto XVI durante el viaje que inicia el martes a Turquía será analizada por el mundo islámico, por lo que se prevé que tienda puentes al diálogo.
Su alocución académica de septiembre en la localidad alemana de Ratisbona, durante la cual el Papa mencionó citas que establecían vínculos entre islam y la violencia, no le preparó el terreno a dos meses de su primera visita a tierras turcas, donde 99% de la población es musulmana.
Pese a que el sumo pontífice mencionó entonces las citas de un emperador bizantino, desvinculándose explícitamente de ellas, su discurso encendió la mecha de la violencia en el mundo musulmán, empezando por Turquía.
Le siguieron aclaraciones, en las que afirmaba que había sido malinterpretado, y una ofensiva diplomática del Vaticano para limar asperezas, pero sus palabras han dejado huella entre los fieles musulmanes y algunos grupúsculos no han dudado en sacarles partido en provecho propio.
Ante este panorama poco propicio, la visita del Papa, aunque de alto riesgo, podría ser utilizada para, a través de malabarismos diplomáticos, zanjar el problema y, en caso de no avanzar, al menos retornar a la situación previa al desafortunado discurso.
«El islam vive las cosas de otra manera y en su mundo fue interpretado como un ataque directo a su religión», declaró a la AFP Juan Martos Quesada, director del departamento de estudios árabes e islámicos de la Universidad Complutense de Madrid.
El viaje del Papa a Turquía «podría ser una puerta abierta, siempre que no se olvide de que no estamos para desperdiciar oportunidades», agregó.
Una oportunidad y un desafío para el Vaticano, que arrastra a sus espaldas una rica tradición diplomática, en particular con los árabes.
«El Vaticano tiene una gran capacidad diplomática e incluso podría ayudar a mejorar la relación actual entre Occidente y el Islam», comentó a la AFP Mercé Viladrich, experta en islam de la Universidad de Barcelona.
El Sumo Pontífice podría ejercer de «intermediario, controlado por alguna institución o por la Unión Europea para asegurarse que desempeña un papel de sumar y no de restar», insiste Viladrich.
Si el diálogo entre los cristianos y el islam fracasase, la ruptura traería consigo graves consecuencias.
«No sería una confrontación directa, pero en el contexto de globalización actual sería una guerra fría» entre dos mundos separados, estimó Martos Quesada.
El Papa jugará su baza con la carta religiosa, ya que a nivel político su tarea será complicada. Inicialmente, el jefe del gobierno, Recep Tayyip Erdogan, había decidido no entrevistarse con el Papa con el pretexto de tener que viajar a la cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Letonia. Pero este lunes, a último momento, el primer ministro anunció que recibirá a Benedicto XVI a su llegada al aeropuerto de Ankara.
De todos modos, Erdogán tratará de dar el menor relieve posible a ese encuentro por razones de política interna.
Turquía celebrará elecciones en 2007 y Erdogan, un musulmán, aspira a ser electo presidente de la República.