La policía británica intentaba el sábado llegar a una conclusión sobre la manera en que fue envenenado el ex espía ruso Alexander Litvinenko, fallecido el jueves en un hospital de Londres tras recibir una dosis masiva de radiaciones.
Rastros del material radiactivo polonio 210, con el que supuestamente fue envenenado Litvinenko, fueron hallados en el hotel Millennium de Grosvenor Square, en el ’sushi bar’ Itsu de Piccadilly -ambos lugares en el centro de Londres-, y en el domicilio del ex agente, según la policía.
Antes de sentirse indispuesto durante la jornada del 1 de noviembre, el ruso había estado en ese hotel y después, en el restaurante japonés.
La investigación se centra ahora en determinar los movimientos de Litvinenko y en identificar a la gente con la que se reunió antes de caer enfermo.
El gobierno británico pidió el viernes a Rusia que le proporcione cualquier información que pueda facilitar la investigación de la policía.
Responsables del gobierno conversaron el viernes con el embajador de Rusia en Gran Bretaña, Yuri Fedotov, sobre el caso de Litvinenko, según un portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores.
«Solicitamos al embajador que transmita a las autoridades en Moscú una petición para obtener toda la información en su poder que pueda ayudar a la policía en sus investigaciones», explicó esta fuente.
Londres teme además que la radiación haya afectado a la gente que estuvo cerca del ex espía.
La Agencia británica de Protección de la Salud (HPA) pidió ser contactada por todos aquéllos que frecuentaron el 1 de noviembre los mismos sitios que el ex agente.
«Pedimos a quien fuera que estuviera en el restaurante Itsu, o en el Pine Bar o en el restaurante del Millennium Hotel el 1 de noviembre que contacten con el Servicio Nacional de Salud (…) que les dará consejos sobre qué hacer», indicó la HPA en un comunicado.
El jefe de los médicos británicos, Liam Donaldson, también aconsejó a los hospitales y sus funcionarios sobre cómo proceder frente a los riesgos de haber sido expuestos al polonio 210.
«Sólo representa un peligro si penetra en el cuerpo, al respirarlo, ponérselo en la boca o si entra en una herida», precisó.
«No es un peligro radiológico mientras permanezca fuera del cuerpo», sostuvo Donaldson.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, negó cualquier implicación del Kremlin en el asunto, y condenó el hecho de que, según él, se utilice su muerte como provocación política.
La prensa oficial rusa también apuntó una nueva hipótesis que desvincula al Kremlin con el deceso de Litvinenko.
El diario ruso Rossiyskaya Gazeta especuló con la posibilidad de que el oligarca ruso Boris Berezovsky, amigo de Litvinenko, hubiera orquestado su asesinato con el objetivo de desacreditar a las autoridades de Moscú.
Esta postura contrasta con la de Mario Scaramella, uno de los contactos italianos de Litvinenko y una de las últimas personas con las que se reunió antes de morir, quien afirmó que el Kremlin ordenó la muerte del ex espía ruso por toda la información que poseía.
«Litvinenko no murió de un dolor de barriga. Fue asesinado por todo lo que sabía. Todo esto se encuentra en los documentos de la comisión Mitrojin», afirmó Scaramella en una entrevista al diario Corriere della Sera.
Se trata de una comisión parlamentaria italiana que investiga sobre los agentes reclutados por el KGB en Italia y con la que colaboró Litvinenko.
La prensa británica del sábado también insistía en una implicación del Kremlin en el fallecimiento del ex agente.
The Times aseguraba que su muerte tiene las marcas de un asesinato «patrocinado por un Estado». Una fuente gubernamental aseguró al diario que varios elementos, por el momento no publicados, implican a agentes extranjeros.