El poder hace perder la perspectiva


Anoche, cuando veí­a la entrevista que Larry King hizo en CNN a la pareja Bush desde la Casa Blanca, pensé cómo el poder nubla la vista de los mediocres, al punto de terminar convenciéndolos de que son lo más cercano posible a la perfección. El tono arrogante de Bush a pocos dí­as de abandonar el poder me pareció dentro del marco de lo que se reproduce en todo el mundo, cuando gente con poca formación asume la posición de mayor liderazgo para realizar no sólo enormes daños a los gobernados, sino que además con la convicción profunda de que nunca hicieron nada mal y que todas sus acciones fueron las más convenientes para la Patria.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

No es casualidad que en nuestro medio esa convicción que muestran los gobernantes respecto a la calidad de su gestión sea tan uniforme y unánime, porque únicamente los grandes estadistas tienen la capacidad y el talento para hacer evaluaciones certeras de su gestión pública. A lo largo de toda la entrevista, el presidente de los Estados Unidos insistió en que hizo lo que tení­a que hacer y que su baja popularidad será revisada con el tiempo cuando se hagan otras evaluaciones de la forma en que gobernó al paí­s.

Coincidió esa entrevista con las que ha estado ofreciendo nuestro Presidente en estos dí­as para evaluar su primer año de gestión, lo que ha hecho en buena medida con el hí­gado en la mano por la molestia que le han causado algunas crí­ticas y expresiones ofensivas de algunos comentaristas. Y si bien uno entiende que en toda autoevaluación siempre pesarán más los aspectos negativos, creo que al mandatario guatemalteco le ha faltado la humildad de reconocer la imperiosa necesidad de mejorar en áreas delicadas y muy sensitivas para el paí­s. Una necesidad de mejorar que no se puede postergar bajo el argumento de que fueron otros los causantes de la debacle, porque eso lo tení­a que dar por sentado un polí­tico que en tres elecciones consecutivas participó buscando la Presidencia y, por lo tanto, estudiando y conociendo la realidad nacional.

El presidente Colom no debe dejar que el poder le haga perder la perspectiva y menos que la ira le termine dominando porque si deja que eso ocurra, los próximos tres años serán muy duros para él, pero terribles para el paí­s. El presidente, al terminar este primer año de gestión, tiene que entender que el tiempo se pasa volando y que urge apresurar el paso para lograr el fortalecimiento institucional que se requiere para entrarle a temas tan puntuales y agobiantes como el de la seguridad y el de la impunidad, que van absolutamente de la mano.

Debe entender que si cae en la provocación de sus crí­ticos terminará polarizando a la sociedad, sobre todo si cuando pierde los estribos no tiene la entereza de lanzar sus dardos con precisión, con nombres y apellidos, sino generalizando para agenciarse la animadversión de muchos.

Soy de los que piensan que lo más importante de este gobierno está en cohesión social, pero me preocupa que se estén poniendo tan a la defensiva que se resistan a rendir cuentas con la mayor transparencia, lo que facilita el trabajo de los que adversan esas polí­ticas.

Ojalá dentro de tres años, y el tiempo se pasa volando, no veamos a un Colom despidiéndose con esa torpe arrogancia que ayer exudó Bush. Pero, ojo, cuando se pierde la perspectiva, jamás se vuelve a recuperar.