Los 26 miembros de la OTAN celebran los próximos martes y miércoles en Riga (Letonia) una cumbre con un presidente norteamericano George W. Bush debilitado por su reciente derrota electoral y la necesidad de reafirmar su compromiso ante la caótica situación en Afganistán, donde la Alianza despliega la mayor misión de su historia fuera de Europa.
La cumbre, la primera en un país ex miembro de la Unión Soviética y la segunda en Europa del Este, después de Praga (2002), abarcará una amplia agenda de temas que incluye los Balcanes, la controvertida reforma de la Alianza, la relación con los países de contacto (que aportan tropas a misiones de la OTAN) y del Mediterráneo, la seguridad energética y Oriente Medio.
Pero la cuestión principal, que se debatirá durante la cena de apertura de la cumbre el martes por la noche, será Afganistán, donde la situación no ha dejado de empeorar en los últimos meses, complicando la misión que realiza la OTAN en ese país, lo que ha provocado roces entre los aliados.
La OTAN dispone de unos 31.000 militares en Afganistán bajo la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), que en octubre pasado amplió su misión a todo el país.
Como resultado, hubo un fuerte incremento de los enfrentamientos con la resistencia talibán en el sur.
Ante lo delicado de la situación, el comandante en jefe de la OTAN, el general James Jones, pidió unos 2.500 efectivos más en esa región donde ya hay 10.000 soldados desplegados, una medida apoyada por algunos países como Gran Bretaña.
«Ahora es el buen momento, con la cumbre de la OTAN en Riga, de concentrarse con fuerza en la necesidad de permanecer al lado de los afganos en el camino hacia el progreso», subrayó el lunes el primer ministro, Tony Blair, de visita en Kabul.
Pero otros aliados, entre ellos España, dudan sobre la verdadera necesidad de enviar más tropas y prefieren en cambio apostar por la reconstrucción y la formación de las fuerzas y la policía afganas.
«Todos sabemos el impacto positivo de la reconstrucción y lo importante que es para legitimar nuestra misión. Vamos a seguir con el mismo número de efectivos y vamos a seguir haciendo lo que venimos haciendo en la zona del oeste», reiteró el ministro español de Defensa, José Antonio Alonso.
Con el fin de rehusar las insinuaciones sobre la necesidad de aportar tropas adicionales -junto a Italia, Francia y Turquía-, los españoles recuerdan que son el sexto contribuyente de la ISAF con 700 soldados en Afganistán y ponen de relieve el incremento de los incidentes también en el oeste del país.
Sin embargo, el secretario general de la Alianza Atlántica, Jaap de Hoop Scheffer, aseguró el viernes que los líderes aliados podrían acordar flexibilizar la redistribución de tropas en casos de emergencia, formulación que conformaría a todo el mundo y dejaría abierta esta espinosa cuestión.
«Todo el mundo está de acuerdo, incluyendo España y Alemania, en que la base deben ser las situaciones de emergencia. Creo que es una base que puede lograrse», dijo De Hoop Scheffer en una conferencia de prensa en la sede de la OTAN en Bruselas.
Un acuerdo sobre este punto podría servir para borrar ciertas dudas sobre la capacidad de la OTAN de llevar a buen puerto su ambiciosa misión, en medio de una falta de liderazgo fuerte tras la derrota electoral de Bush en las legislativas norteamericanas y el temor de que un retraso en la reconstrucción refuerce a los talibanes e incida en la actitud de los donantes.
«Afganistán es un síntoma de un problema en un sentido mayor», afirmó en ese sentido el experto Ronald Asmus, de la German Marshall Fund, al referirse a la ausencia de «un consenso en la Alianza sobre la naturaleza de los desafíos a los que se enfrenta».
El futuro de la Alianza y la situación en los Balcanes serán otros dos puntos importantes de debate.
En ese sentido, está casi descartado cualquier anuncio en Riga sobre una nueva ampliación de la OTAN, y sólo se dejará la puerta abierta para tres candidatos firmes (Croacia, Macedonia y Albania), que deberán continuar con sus progresos.