Los primeros doce meses


Esta semana la actual administración pública cumple un año. Así­ pasa la primera etapa de reorganización y acomodamiento. Pasó el tiempo en que evalúan los programas puestos en marcha por su predecesor, y hurgar el camino para colocar sus maravillosas ideas planteadas durante la campaña electoral. A partir de ahora el trabajo y los resultados deben ser más tangibles. Más resultados y menos excusas.

Eswin Quiñónez
eswinq@lahora.com.gt

Una serie de anuncios oficialistas inundan la programación de los medios de comunicación en donde se divulga los «triunfos» de su primer año de gestión. Algunas de las polí­ticas impulsadas desde el despacho presidencial, enarbolan la idea de que el paí­s, por fin, va por buen camino. A quién quieren engañar. Por Dios.

Recuerdo que ílvaro Colom en su faceta de opositor lanzaba crí­ticas, como bien lo exigí­a su rol polí­tico, y siempre veí­a con desazón los autoelogios que los Presidentes de ese entonces hací­an sobre sus polí­ticas. Me imagino que sentado, con cigarro en mano, dibujaba su croquis para implementarlo el dí­a en que el TSE le diera los ansiados resultados en que llegarí­a, por fin, a la Presidencia. Los más crí­ticos podrí­an recordarle que tuvo ocho años para conocer las causas reales de porqué el paí­s está como está y encontrar el camino más apropiado para que el desarrollo social llegara a todos los rincones del paí­s.

Ya doce meses han sido suficientes para entender la gravedad del asunto y replantearse algunos proyectos urgentes para que no maquillen el problema, como se está haciendo hasta el momento. No cabe duda que algunas ideas son buenas, la que más me agrada es la de «Escuelas Abiertas», que aunque fue copiada de Chile y reproducida en otras naciones que han trabajado más el problema de fondo y donde esta alternativa constituye un buen elemento de prevención, atención y disminución de la violencia.

Repito, la idea es genial y la apoyo. Los domingos estar distraí­do realizando actividades culturales y de formación artí­stica es un buen aliciente para la juventud, pero qué pasa cuando el resto de los dí­as se enfrentan a una realidad cruda y donde las oportunidades se reducen a la nada. Cuando ven a sus familias hundidas en una miseria; cuando se ven excluidos en la sociedad y cuando no pueden cumplir sus sueños de prosperidad es cuando el camino de la delincuencia es la mejor opción.

Hay otras ideas buenas, pero quedarán sólo en eso, es buenas intenciones, porque al final lo que el paí­s necesita son polí­ticas más sólidas y arriesgarse más para romper con la desigualdad en la distribución de la riqueza, brindar más oportunidades de desarrollo y crear mejores condiciones de vida para todos.

Si no se trabaja más con la gente, si se dejan de ver como simples votos con miras a la próxima elección general, el paí­s seguirá como está y bastará únicamente con intentar convencer con anuncios en la radio y convencer de que lo que han hecho es «lo mejor». No creo que esa sea la herencia que alguna vez soñó Colom, las veces que fue candidato.