ONOMíSTICO DE MENCHíš


DESDE LA REDACCIí“N

«Solamente sé que es hermoso llegar viva a este momento», son las palabras con las que la lideresa indí­gena guatemalteca y Premio Nobel de la Paz 1992, Rigoberta Menchú, define sus sentimientos al llegar ayer a sus 50 años.


«Creo que ahora puedo decir que 50 años se pasan como una gota de lluvia, estoy muy contenta, creo que he sido demasiado privilegiada, no tengo manera de agradecer al Creador, a la gente, los jóvenes, las mujeres, los pueblos, tanta bendición», afirmó Menchú a un radionoticiero local.

La lideresa indí­gena afirmó que, además de recibir felicitaciones por correo electrónico y teléfono desde Ecuador, Bolivia y Barcelona, España, también recibió la visita de amigos de Italia, Estados Unidos, América del Sur y para este viernes estaba previsto que arribaran otros de México.

«Hay gente que se ha dejado venir, la casa ha sido una locura porque me han llenado de flores y nunca he visto tantas flores en mi vida como las que me han traí­do hoy a la casa», dijo emocionada la Premio Nobel de la Paz.

Menchú sostuvo que el hecho de llegar a los 50 años de vida es la suma de muchas bendiciones, deseos de tranquilidad y paz, ya que, según relató, le ha tocado «saborear» de todo, dolor, lágrimas, crisis personales y crisis colectivas, entre otras cosas.

«Pero también me ha tocado disfrutar, he disfrutado de cada casa en la que he pasado por el mundo, cada paí­s donde estuve, cada gente que encontré en el camino, así­ que no me puedo quejar…», afirmó.

Aparte de las flores, Menchú destacó el obsequio de un grupo de arquitectas italianas, de una maqueta donde pueda colocar el Premio Nobel que recibió en diciembre de 1992, pues consideran que es una pieza que no debe quedar frí­a en la pared.

«Piensan que debe ser (el premio) para la recuperación de la memoria, de la pluralidad de Guatemala, de la multiplicidad del paí­s, etcétera», subrayó.

«Esto solo ocurre con la gran bendición del Premio Nobel de la Paz, con la lucha de la gente, de la conciencia y, sobre todo, desgraciadamente, del dolor, de la sangre, de la tierra, los odios que se han vivido en el mundo y que es lo que simboliza de alguna manera el Premio Nobel de la Paz», afirmó.

ELOGIOS

La ministra alemana de Cooperación y Desarrollo, Heridemarie Wieczorek-Zeul, elogió hoy la labor encomiable de la lí­der indí­gena guatemalteca y Premio Nobel de la Paz en 1992, Rigoberta Menchú, quien mañana cumple 50 años.

Wieczorek-Zeul, del Partido Socialdemócrata (SPD), consideró que la también embajadora de Buena Voluntad de la UNESCO ha trabajado infatigablemente por los derechos de los pueblos indí­genas.

Además, la Premio Prí­ncipe de Asturias denunció las violaciones de los derechos humanos y se esforzó por lograr la paz y la justicia social, afirma un texto enviado por la ministra germana a la polí­tica guatemalteca.

Pese a repetidas intimidaciones, jamás ha dejado de luchar por lograr mejores condiciones de vida para el pueblo maya en Guatemala, declara la titular de Cooperación y Desarrollo, en ese cargo desde octubre de 1998.

Durante la guerra civil en el estado centroamericano, de 1960 a 1996 y con saldo de unos 200 mil muertos, Menchú sufrió las injusticias a que fueron sometidos los indí­genas.

En ese perí­odo perdió a sus padres y su hermano, recuerda la funcionaria socialdemócrata de 66 años, también conocida por sus denuncias sobre el uso de bombas de racismo por el ejército israelí­ contra la población palestina.

La indí­gena del grupo Quiché-Maya se convirtió en activista y perseguida por la dictadura militar del general Efraí­n Rí­os Montt, quien dirigió Guatemela entre marzo de 1982 y agosto de 1983.

POR REDACCIí“N LA HORA

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