El brasileño Expedito Parente, padre del biodiésel, desarrolla actualmente un «bioqueroseno» para aviones, en espera de que el mundo se convenza de que la mejor solución para sus problemas de medio ambiente es la energía solar.
Parente, que esta semana presentará sus trabajos en la Conferencia internacional sobre etanol y biodiésel (Enerbio) de Brasilia, fue invitado este año por Boeing y la Nasa a Seattle (EE.UU.) y firmó un contrato con el fabricante de aviones, para realizar pruebas de bioqueroseno.
A causa de las cláusulas de ese contrato, se muestra reticente a divulgar los secretos del nuevo combustible, y en una entrevista se limitó a decir que trabaja con plantas palmáceas y que Brasil puede abastecer a todo el mundo en caso de generalización del producto.
El ingeniero químico, de 66 años, empezó sus investigaciones a fines de los años 70, y en octubre de 1984 un avión Bandeirantes de la Fuerza Aérea Brasileña (FAB) voló por primera vez con bioqueroseno, de Sao José dos Campos (Estado de Sao Paulo) hasta Brasilia (900 km).
Pero «el bioqueroseno quedó en el cajón, y nos concentramos en el biodiésel, que ahora se convirtió en un hecho irreversible», afirma el inventor, presidente de Tecbio, una empresa que emplea a 70 personas en su sede de Fortaleza (nordeste) y tiene sucursales en España y Vietnam.
Brasil producirá este año 350 millones de litros de biodiésel (fabricado a partir de plantas oleaginosas), y por una disposición del presidente Luiz Inacio Lula da Silva el gasoil vendido en las gasolineras deberá tener una mezcla de 2% de ese combustible a partir de 2008 y de 5% a partir de 2013.
Parente tiene para sus dos criaturas un nombre común: el de lipocombustibles (porque es fabricado con materias grasas vegetales o animales), y los considera muy ventajosos respecto al etanol (alcohol fabricado en Brasil con caña de azúcar), en la cual el país sudamericano también tomó el liderazgo mundial.
«El etanol es un combustible solitario, pues sólo sirve para motores pequeños, de vehículos particulares o motocicletas. El biodiésel, en cambio, sirve para buques, trenes o para la generación de energía eléctrica», sostiene.
«Creo que el programa de biodiésel debe llegar a ser diez veces mayor que el del alcohol en Brasil», afirma Parente.
El etanol se mezcla ya sistemáticamente en una proporción de 20% a 25% en la gasolina y prácticamente toda la producción automotriz de Brasil sale equipada con motores flex, que aceptan ese carburante en cualquier proporción.
De todos modos, Parente concibe para el futuro una «usina plural», que integre la producción de biodiésel y etanol, e indica que ya está trabajando en ello para un cliente.
El interés por todas esas alternativas redobla en el mundo con los estudios que anuncian el agotamiento de los combustibles fósiles y muestran pruebas del cambio climático debido a la emisión de gases carbónicos.
Pero para Parente, etanol, biodiésel y otras yerbas son sólo soluciones transitorias.
«Son productos muy importantes en la transición a una solución definitiva, que a mi ver será la energía solar», afirma.
Descarta el hidrógeno, por su alto costo de producción y almacenamiento.
La energía nuclear le parece aceptable, aunque considera que una usina nuclear siempre estará expuesta a atentados. «No hay que olvidar que en 2001 los terroristas lograron estrellar un avión contra el Pentágono, centro del poder militar estadounidense», señala.
En Brasil, aprecia los esfuerzos del presidente Lula a favor del biodiésel, aunque teme la injerencia de la estatal petrolera Petrobras en ese dominio.
Petrobras anunció este año un nuevo procedimiento de fabricación de diesel, denominado H-Bio, que incorpora aceites vegetales en el proceso de refinado.
«El ingreso de Petrobras es en sí mismo un factor de inhibición para la iniciativa privada. Petrobras trabaja con grandes refinerías de petróleo, en un mundo macroeconómico. Su presencia en el biocombustible presenta una incrongruencia de escala», afirma Parente.