Diversas reacciones ocurren ante el caso de inmuebles en abandono total. Sirven de estímulo obligado para echar al vuelo la imaginación individual, situación inevitable que sucede. El hombre tiende además de observar, también a atar cabos en procura de las explicaciones del caso, de inmediato.
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Aquí cabe la puntualización consiguiente de que si las paredes hablaran; si esos muros y restantes cosas derruidas dieran a conocer la historia de tales inmuebles. Es obvio cuántos relatos están en el olvido, de personas sobre todo, anécdotas y acaso sucesos trascendentales ahora ocultos y perdidos.
Eso mismo saca a relucir indudablemente el proceso natural del ser humano, en el sentido que nace, crece, se reproduce y muere, etapas causantes de su vida personal. Y al cabo del tiempo inexorable de una sola plumada hasta los vestigios materiales de su patrimonio desaparecen simplemente.
Expreso lo anterior a propósito de incontables inmuebles capitalinos en abandono olímpico, para más señas, ubicados en diferentes sitios de la ciudad. Sin embargo, por razones que huelga decir, llaman mucho la atención aquellos cada día en completo deterioro que componen el Centro Histórico.
De más está cuánto impresiona a los ojos del visitante, o bien del viandante que pasa frente al cuadro lamentable de dichos inmuebles, otrora residencia de un pasado lejano de respetables familias. También referente a sitios donde existieron importantes negocios de antaño, hoy desaparecidos.
Son víctimas, dicho en lenguaje figurado, de las inclemencias del tiempo; vestigios aún dan señales de algunos ambientes físicos ahora llenos de maleza, humedad recalcitrante que gana espacios. Y de ajuste debe sumarse la acción del vandalismo imperante, que manifiesta desprecio e irrespeto a lo ajeno.
Peor aún, ni lerdos ni perezosos los antisociales se apoderan de los mencionados inmuebles en abandono y los convierten en su reducto peligroso. Las hordas salvajes siempre viven al acecho de cuanto causa la inseguridad por ellos protagonizada, y en consecuencia se apoderan de lo que pueden.
Aparte del deterioro al ornato que parece preocupar a la Muni, de nuevo bajo la regencia de don ílvaro Arzú, si no se hace algo para recuperar el Centro Histórico, concluirán esos vestigios en nada. Una investigación procede por los medios al alcance, con miras a establecer quiénes son los propietarios.
Estoy consciente que no es cosa simple dicho procedimiento que por lo general se debe a problemática devenida de herencias en disputa, o sea intestados eternos; también la no existencia de consensos entre los propios herederos para fines de reconstruir, cuando no de efectuar una posible venta.
Pero si se trata del desaparecimiento de todos los copropietarios y por lo tanto ya no existe nadie con derechos sobre el citado inmueble, me imagino el Estado podrá intervenir. O lo que es lo mismo, pasaría a propiedad del ente, después de concluirse con los procedimientos establecidos.
De más esta decir, en otro orden de ideas que su permanencia en abandono significa un inminente riesgo para la seguridad personal, obligación del Estado de protegerla. En el supuesto que llegasen a caer por fuerza de las inclemencias del tiempo. Otros inmuebles fueron convertidos en parqueos públicos de gran demanda, el menor de los males.