A través de diferentes opiniones publicadas en este prestigioso diario que se caracteriza por el respeto a la libertad de opinión y que como su lema dice: «Tribuna no mostrador», durante el año 2008 manifesté el criterio que los salarios mínimos no podían permanecer estáticos como triste y vergonzosamente lo había realizado durante los cuatro años consecutivos el gobierno empresarial de í“scar Berger, quien en una evidente violación a la justicia y a la ecuanimidad laboral había permitido que la inflación acontecida durante todo su gobierno no se superara actualizando los salarios mínimos en montos iguales o mayores a la inflación anual de esos cuatro años de gobierno.
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En parte de las opiniones emitidas señalé que en nuestro país ya no se justificaba la existencia de diversos salarios mínimos porque a diferencia del pasado, el trabajador del sector agrícola no tenía ninguno de los beneficios o prestaciones que según el Código Laboral, la costumbre y la historia, había gozado, tales como: una ración alimenticia, una casa dentro de la finca o agroindustria donde vivir con su familia, con agua y luz, por cuenta del patrono; una escuela donde sus hijos recibieran la educación primaria dentro de la finca y tampoco gozaba ya de un pequeño terreno donde cultivar alimentos y frutas para su subsistencia.
Por todo ello, el salario mínimo debería ser uno solo; tanto, urbano como agrícola, hecho que es de reconocer que el presidente de la República, ílvaro Colom, comprendió y normó para que de aquí en adelante en el país exista un solo salario, con la excepción del salario para los trabajadores y trabajadoras dedicados a la laborar en las maquilas, área que en mi opinión también debió unificarse y crear una condición temporal que permitiera que el salario mínimo se mantuviese en el nivel para efectos de pago que existía en el año 2008, reglamentando y condicionando que ese salario se mantendría siempre y cuando no existiera en cada una de estas industrias más de un 5% de rotación o despidos, comprobándose con ello que el beneficio temporal que recibían de un salario mínimo menor se justificaba al mantener puestos de trabajo en el país.
Cabe señalar que el mayor número de maquilas existentes en nuestro país han sido creadas por empresarios o inversionistas coreanos y asiáticos, quienes -como lo demuestra la situación histórico laboral- son empleadores muy poco amables y que no han vacilado en cerrar sus empresas y de la noche a la mañana llevarse sus equipos, recursos e incluso no respetar el pago de prestaciones a sus trabajadores, quienes un día lunes se encuentran que la empresa donde laboraban se esfumó.
En todo caso, reconozco como válida la preocupación que estas fuentes de trabajo merecían un tratamiento temporal de excepción y que el ideal hubiera sido que el salario también para ellos se unificara y que se creara una cláusula temporal de excepción en la entrada en vigencia respectiva, comprobándose que si este privilegio tenía o no repercusiones favorables para los trabajadores guatemaltecos.
El monto de reajuste al salario mínimo no fue el mínimo necesario pero sin duda alguna sí fue un cambio de actitud en la política del Ejecutivo que recibió la presión negativa de la cúpula empresarial y de sus voceros de Cacif. Algo es algo.