La decisión del gobierno venezolano de mantener un subsidio energético para 200 mil hogares de bajos recursos en Estados Unidos puede interpretarse como un primer gesto de Caracas hacia el presidente electo Barack Obama, en vísperas de su llegada al poder.
La forma en cómo se desarrolló la decisión es también una demostración de las vacilaciones del régimen del presidente Hugo Chávez para mandar esos gestos hacia Estados Unidos, tras años de trifulcas verbales y diplomáticas con el presidente George W. Bush.
La filial de Petróleos de Venezuela en Estados Unidos, CITGO, con miles de gasolineras en todo el país, decidió que suspendía el programa de venta de combustible para calefacción a precios reducidos a causa de la crisis económica reinante y de los bajos precios del petróleo, aseguró la organización estadounidense encargada de la distribución, Citizens Energy.
El anuncio fue hecho el pasado lunes, y en el mismo comunicado, el presidente de Citizens Energy, Joseph P. Kennedy II, aseguró que mantenía contactos al más alto nivel para lograr que Caracas revisara esa decisión.
CITGO empezó ese programa en 2005, tras una decisión personal del presidente Chávez, a petición de activistas y un legislador del ala izquierda del Partido Demócrata, William Delahunt.
Un portavoz de Citizens Energy, Brian O»Connor, llamó para insistir en que la «suspensión definitiva» del programa no significaba «el fin del programa». Cuando se le preguntó si eso significaba un desmentido, O»Connor se limitó a indicar que podría haber novedades.
Aparentemente, los esfuerzos de Citizens Energy tuvieron éxito en menos de 48 horas, puesto que el miércoles CITGO anunció que, a pesar del contexto difícil, seguiría adelante con el programa «de acuerdo con los principios de solidaridad del gobierno de la República Bolivariana de Venezuela».
«Esta decisión es un mensaje claro, directo del presidente (Hugo) Chávez de su deseo de fortalecer las relaciones entre su país y Estados Unidos», declaró por su parte Joseph P. Kennedy II.
«Particularmente en este momento, cuando una nueva administración estadounidense debe tomar el poder dentro de pocas semanas», añadió Kennedy.
Al mismo tiempo que CITGO emitía ese anuncio, su casa matriz, Petróleos de Venezuela (PDVSA) señalaba en Caracas que dejó de enviar diariamente a Estados Unidos, su principal cliente, 166 mil barriles de petróleo, para cumplir con el último recorte de producción de la OPEP.
Chávez decidió en septiembre pasado expulsar al embajador estadounidense tras una decisión semejante del mandatario boliviano Evo Morales. En 2006 suspendió un acuerdo con la agencia antidrogas estadounidense (DEA).
Desde la elección del demócrata Obama, Chávez ha alternado entre las críticas y las propuestas al próximo residente de la Casa Blanca.
«Estoy dispuesto a evaluar todo esto, el tema energético (…) la lucha contra el terrorismo y la delincuencia internacional, y dispuesto a trabajar con el nuevo gobierno de Estados Unidos», declaró Chávez el 14 de diciembre.
Previamente, en noviembre, el mandatario venezolano calificó de «irrespetuosa» una advertencia de Obama a Irán, y opinó que el presidente electo mandaba «señales muy malas».