En medio de innumerables noticias referentes a la inseguridad que padecemos los guatemaltecos y la carestía del coste de vida, dos informaciones han levantado el decaído optimismo colectivo: el cambio de titular en el Ministerio de Gobernación y al anuncio que formuló el ministro de Energía y Minas, Carlos Meany, respecto a que a partir del 2 de febrero próximo los consumidores de energía eléctrica seremos beneficiados con una rebaja de las tarifas.
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En lo que se refiere al relevo en la cartera del Interior, el cambio obedecería no tanto a la supuesta ineptitud del anterior ministro, sino a la promesa del presidente Colom de aplicar una nueva estrategia para combatir la ola de criminalidad que azota al país, para lo cual se requiere de un funcionario que, como Salvador Gándara, presente un perfil combativo, como lo calificara el analista político Renzo Rosal, y que dé la sensación de que tener el valor y la decidida intención de encarar abiertamente a la delincuencia, además de atacar sus raíces. Por lo menos se le debe conceder el consabido beneficio de la duda.
En lo que atañe al ministro Carlos Meany, da la impresión que ha sido o será confirmado en el cargo, porque ha enderezado el rumbo de su despacho, sobre todo en lo que incumbe a la rebaja del nuevo pliego tarifario de la energía eléctrica, porque además de beneficiar directamente al consumidor doméstico, también incidirá en los precios de bienes y servicios, al disminuir los costos en las empresas industriales y comerciales, que en este sentido ya no tendrán argumentos para incrementar sus precios.
Por supuesto que la baja de las tarifas eléctricas no es mero capricho o una decisión demagógica o populista (como suelen decir algunos neoliberales) del ministro Meany, pero ha sido fundamental su opinión en el seno de la Comisión Nacional de Energía Eléctrica, al extremo que el mismo representante de la Empresa Eléctrica de Guatemala, reconoció que se trata de una medida favorable a los intereses populares, que fue adoptada como consecuencia de la baja en el precio de cotización del búnker, el combustible utilizado para la generación del 46 por ciento de energía eléctrica del país.
De acuerdo con la detallada información del periodista Javier Estrada que publicó La Hora el pasado martes, el Ministro de Energía y Minas precisó que la reducción de las tarifas obedece a la caída de Q26 que costaba el galón de búnker en agosto del año anterior, a los Q11 que se cotizó durante el pasado mes de diciembre, de manera que el beneficio será percibido por los usuarios a partir de febrero, con el nuevo pliego tarifario, que trimestralmente es fijado por la Comisión Nacional de Energía Eléctrica.
Conviene recordar que el costo de producción de un megavatio de energía en mayo de 2008 alcanzó la suma de 170 dólares, mientras que en octubre se redujo a 150 dólares, y un mes más tarde bajó a 75 dólares. Sin embargo, el ministro Meany advirtió que esa «racha de optimismo» derivada de la caída de los precios del petróleo, no significa que el Ministerio de Energía y Minas se duerma en sus laureles, en el sentido de que no trabaje en proyectos de generación de energía eléctrica por medio de combustibles fósiles, puesto que el objetivo primordial no debe limitarse a aspectos coyunturales, sino a reducir al mínimo nivel la dependencia del petróleo, sobre todo, como lo puntualizó el mismo funcionario, a causa del alza que registraría este combustible, ya no por razones especulativas en el mercado internacional, sino por el agotamiento de las reservas naturales durante los próximos años.
Cabalmente previendo ese fenómeno, el MEM plantea impulsar proyectos alternativos que se encuentran en marcha, como las geotérmicas que funcionan a base de carbón y las hidroeléctricas, a fin de diversificar la matriz energética.
Por aparte, si como consecuencia de la baja del crudo en el mercado internacional se reducirán las tarifas de energía eléctrica, así como han descendido los precios de las gasolinas, el MEM debería intervenir para que disminuyan los precios del gas licuado, para favorecer a cientos de miles de consumidores, especialmente de la clase popular.
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