Algunos partidos políticos utilizaron recientemente los medios masivos de comunicación para difundir mensajes de Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo y cabe la casualidad que los que más lo hicieron, fueron aquellos que tienen la cantidad suficiente de diputados en el Congreso para empezar bien el año, impulsando el hasta ahora vano ofrecimiento de disminuir el número de diputados en los futuros parlamentos. Creyendo que nuestro sistema democrático hay que mejorarlo si es que en verdad deseamos prosperar y mejorar en todo sentido ¿no sería oportuno para el Congreso empezar el año demostrando su deseo ferviente por recuperar al menos un poco la credibilidad perdida en el 2008? Es que salta a la vista de todos lo costoso e inútil que representa el Organismo Legislativo para la población, cuando solo para el pago de sueldos y otras bonificaciones representó para el erario nacional, aparte de una paupérrima producción, la cantidad de 200 millones de quetzales en el recién pasado año.
Yo creo que el aguantador pueblo guatemalteco debiera al menos merecer una cuelga, después de todo lo que les ha tenido que aguantar a los diputados. Y la mejor sería que en este mes se anunciara su buena disposición para reducir drásticamente su presupuesto en los próximos años, cuando el Congreso se integrara si mucho con sesenta diputados o al menos con ochenta, que en el pasado se consideraron más que suficientes. Bien sabemos todos que el año pasado se estuvo hablando de reformar la Ley Electoral y de Partidos Políticos, pero también no ignoramos que algunos diputados están intentando darnos atol con el dedo, rebajando únicamente 18, para que en total resultaran electos solo 140 en vez de los 211 que correspondería elegir de seguir vigente la actual legislación.
Imagínese usted, estimado lector, si con lo que actualmente le cuesta sostener al pueblo un Organismo que se ha caracterizado por ser ineficiente, corrupto e ineficaz hasta de poderse administrar a sí mismo, ¿cuánto nos costaría mantener a otros 211 politiqueros por cuatro años más?, ¿en cuántas cosas no se podría invertir mejor ese dinero para mejorar la salud, la educación, la infraestructura o la seguridad ciudadana? De sobra sabemos que solicitar un acto de conciencia a nuestros diputados es como pedirle peras al olmo, pero no está de más recordarles a quienes debieran servir de nuestros legítimos representantes al empezar el año, el triste papelón que han venido haciendo, lo que tarde o temprano se los va a cobrar un pueblo cansado de su cinismo y desvergí¼enza, lamentándose después cuando ya sea demasiado tarde.