¿Qué onda con Fabiola?


A mediados de diciembre pasado, Fabiola Rodas terminó su participación en el programa La Academia de TV Azteca con sede en México. Pese a tener la voz más educada y más interesante, no logró ganar el primer lugar. Según los organizadores, la respuesta a esto es sencilla: gana quien tiene más votos telefónicos, los cuales no son gratuitos sino que tení­an un costo aproximado de diez quetzales.

Mario Cordero
mcordero@lahora.com.gt

Eso quiere decir que el concurso se basa en la simpatí­a de consumidores que están dispuestos a gastar dinero con tal de ver y escuchar a su artista. Meses atrás, tuvimos una experiencia parecida con Carlos Peña, en otro concurso similar.

Con respecto a Fabiola y la Academia, los guatemaltecos se quedaron con una sensación de que hubo fraude con respecto a las votaciones, ya que terminó por ganar una cantante, Marí­a Fernanda, que durante todo el programa rozaba los últimos lugares, y se salvó únicamente por el sistema de nominación que tení­an, que permití­a mantener en competencia a quienes la producción del programa querí­a, y sacar a los indeseables.

Habrí­a que plantearse el descaro de que la producción quiso imponer a Valeria como la ganadora, pero debieron darse cuenta de su impopularidad; pese a que también tení­a una voz educada, nunca logró empatizar con el público, por lo que no debió haber ganado muchos votos.

En cambio, Fabiola y Luis Armando -como lo reconoció el mismo programa en su página de Internet- habí­an sido los más votados durante todo el programa. Sin embargo, ninguno de los dos ganó. Me imagino que hubiera sido un terrible golpe al orgullo mexicano el hecho de que hubiera ganado una guatemalteca. Por su parte, Luis Armando, que cantaba mal pero empatizaba con el público, hubiera sido un revés para la «credibilidad» del programa. Por eso, se inventaron a última hora que estos dos fueran premiados con un disco, decisión muy útil tomando en cuenta que ellos fueron los más votados, es decir, con más público seguidor.

En todo caso, los guatemaltecos se han tomado con buen humor este segundo lugar de Fabiola. Total, es sólo un programa, que ya terminó. Ello no implica que la ganadora Marí­a Fernanda tenga una prometedora carrera. Fabiola, en cambio, tiene un futuro prometedor, quizá no en el frí­volo mercado de venta de discos, pero sí­ en la música, tal vez en ámbitos más académicos.

El gran reto de los artistas es proponer su diferenciación con el resto. El problema con Carlos Peña es que él tiene un estilo similar a tantos, que por ello no ha logrado sobresalir. Quizá sólo en Guatemala debió de vender algunos discos, pero en el resto de Latinoamérica no. En cambio, Fabiola tiene una voz diferente, y no debe echar mano de escándalos farandulescos u otros recursos extramusicales para marcar su diferenciación.

El tema que no hay que perder de vista es que todo esto -Fabiola y Carlos Peña- se desenvolvieron sólo en un concurso; nada más. No tienen que intervenir falsos nacionalismos en esto, ni esperar que la televisión premie la calidad de una persona, porque lo único que les interesa es vender.

Bien lo decí­a Maquiavelo: «Al pueblo, pan y circo», y por ello es válido que Carlos Peña haya sido elevado artificialmente por los medios de comunicación para que ganara el Latin American Idol. Por ello es válido que él intentara vender un libro sin interés, ya que no estaba vendiendo discos. Por ello es válido que a Fabiola no le hayan dado el primer lugar, sino darle únicamente la producción de un disco, que está garantizada su venta por su alto número de votos. Por ello es válido que los Cremas ganaran un campeonato inventándose tiros de penal. Todo es válido para que los organizadores nos engañen y nos motiven para que sigamos consumiendo y pagando. (http://diarioparanoico.blogspot.com)