DESDE MI ESCRITORIO
La palabra depuración desde hace ratos que viene sonando, no sólo en la institución encargada de la seguridad pública, sino también en la mayoría de entidades gubernamentales. La mera verdad, es que desde un principio hicieron mal con haber reciclado a elementos de la antigua PN que en algún tiempo estuvo a cargo del militar Germán Chupina Barahona, que por cierto ya abandonó este mundo, se fue con la conciencia negra, y sin ser juzgado por la justicia que a decir verdad, camina a paso de tortuga. A todos los PN los hubieran investigado y luego distribuirlos; es casi seguro que algunos hubieran quedado fijos en la institución, otros dejarían sus cargos por jubilación, pero, la mayoría, me atrevo a decir que hasta la fecha estuvieran guardaditos en prisión. Desgraciadamente, lo único que hicieron fue cambiar el color del uniforme, pero siguieron con las mismas mañas, es decir, la mentalidad de la escuela de la corrupción. El que anda en la miel, algo se le pega; y una manzana podrida, pierde a las demás. Los corruptos, extorsionistas, narcos, estafadores, secuestradores, y matones, siempre han desfilado en las instituciones de seguridad, tanto civil como privadas. Fíjense ustedes, que varias organizaciones sociales han manifestado su indignación por hechos de violencia, en donde se hacen patente la participación de agentes de la PNC y unos que otros pelones que pertenecen a policías privadas. Según opinión del Grupo de Apoyo Mutuo (GAM), estas atrocidades vienen a poner de manifiesto las evidencias de las falsedades de las declaraciones ministeriales respecto al mentado proceso de depuración, puesto que se establece nuevamente que en las filas de la PNC se encuentran penetrados los grupos vinculados al crimen organizado y al narcotráfico. Para nadie es un secreto que en algunas comisarías han figurado bandas delincuenciales que, incluso, el dirigente resulta siendo el comisario. Sin embargo, yo creo que no todo está perdido ni podrido en la PNC, hay agentes, oficiales, y comisarios que merecen mi respeto, pero como decía mi abuelita «son contaditos». La mayoría son delincuentes uniformados de policías. Ojalá, que la jefa recién estrenada de la PNC, doña Marlene Blanco Lapola, además del chaleco antibalas que al principio lució, se arme también de valor para mandar al carajo a las malas hierbas que aún prevalecen en la institución. Debido a los malos elementos, la institución ha venido perdiendo credibilidad ante los ojos de la opinión pública y la comunidad internacional. Dice un dicho muy popular, que cada cabeza es un mundo, y que cada mundo piensa diferente; resulta pues, que el mero cabezón de la Procuraduría de los Derechos Humanos, Sergio Morales, asegura que no hay una depuración real y de fondo en la Policía.