El Año Viejo es, realmente, un día más. Si nos vamos al mundo maya, judío, musulmán o chino, ellos no están viviendo el fin de año. Quiero decir que este día no representa un cambio radical de época, sino que es simplemente arbitraria la elección del día de fin de año.
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Sin embargo, nuestra cultura también arbitraria, sólo que es completamente aceptado por todos nosotros porque ya ha echado raíces. Es por ello, que este día nos sirve, necesariamente, para revisar nuestra vida. ¿Recuerda esos propósitos que tenía a principio del año? ¿Los cumplió?
En el caso de la coyuntura nacional, nuestros «personajes» deberían hacerse la misma pregunta, sobre todo que este año confluyó en muchas coincidencias. Por ejemplo, fue el primer año de gobierno y de un ciclo legislativo; fue el año del inicio a las eliminatorias al Mundial; fue el primer año de presencia de la CICIG.
Y cuando se revisa la realidad nacional, el saldo fue negativo. En cuanto al Congreso de la República, no debemos olvidarnos que los diputados figuraron más por los «clavos» que por sus propuestas. En cuanto a leyes, si no mal recuerdo, apenas habrán aprobado la del acceso a la información y la de los ambientes libres de tabaco, entre los que más sonaron. Pero estas dos leyes no solucionan la verdadera conflictividad.
En cambio, algunos diputados se vieron envueltos en problemas con la justicia. Incluso, aprovechándose del andamiaje estatal, han sabido retrasar los procesos. Y, lo peor de todo, es que el Congreso entregó felizmente 82.5 millones de quetzales, y esto sigue impune. Seguramente, seguirá impune y todos los implicados podrían salir libres bajo fianza, pagando apenas 1 millón de quetzales entre todos.
Y hablando de libres bajo fianza, hay que recordar que los peores males de Guatemala pasan por el Organismo Judicial, el menos fiscalizado y el más impune del Estado. Los jueces no son capaces de concretar una sentencia, en parte por deficiencias en la investigación. Pero cuando los jueces pueden hacer justicia, se limitan en arraigar y dejar medidas sustitutivas. Pobrecitos, de seguro están tan afectados de que ese organismo esté acéfalo, por la falta de sentido democrático de los magistrados al ser incapaces de nombrar, aunque sea al «tin marín de do pingué» a cualquiera; total, ese puesto no tiene ninguna injerencia en nuestras vidas.
Pero sin duda, el factor violencia fue el rey de este año, y como muestra de ello, hasta este año nos dimos cuenta de que el narco mexicano está en plena expansión hacia nuestras tierras, y que estos grupos podrían provocar un desequilibrio en el crimen organizado, convirtiendo en nuestro país, en el mediano plazo, en el país más inhabitable de Latinoamérica.
Del futbol o -mejor dicho- del deporte en general, mejor ni hablemos. Ante todo un panorama sombrío, nos conformamos con ver que nuestra selección de futbol chamarrea a una pobre selección caribeña, pero que pierde irremediablemente contra Estados Unidos o Trinidad y Tobago. Nos conformamos con que nuestra selección de futsal sea vapuleada por Argentina o que gane con apuros a un pobre Egipto. Nos conformamos con ver a Fabiola con el segundo lugar de la Academia. Nos conformamos con ver a Ricardo Arjona cantando con Paquita la del Barrio. Nos conformamos con ver a nuestro abanderado olímpico caer en primera ronda. Nos conformamos con tan poco, mientras que la vida nos da golpes más fuertes.
Pese a ello, a usted, en su vida personal, me imagino que el saldo es más favorable. Por eso, valoremos mejor nuestros logros personales, ya que a nivel de país es casi imposible encontrarlos. Celebremos, pues, como dice la canción, las cosas buenas que nos dejó el Año Viejo: una chiva, una burra negra, una yegua blanca y una buena suegra.
P.S.: Mi único propósito para Año Nuevo: no prometerme propósitos imposibles. (http://diarioparanoico.blogspot.com)