Israelíes y palestinos cierran un año de crisis políticas internas, de infructuosas negociaciones de paz entre la Autoridad Palestina y el Estado hebreo y de un incremento de la violencia en torno a franja de Gaza, controlada por el movimiento islamista Hamas.
El optimismo creado a finales de 2007 por la conferencia de Annapolis, en Estados Unidos, donde se reactivó el proceso de paz, dio rápidamente paso a la desilusión.
La persistencia de la colonización judía en los territorios palestinos, el mantenimiento de los retenes militares israelíes, los ataques palestinos desde Gaza y las divisiones palestinas entorpecieron las negociaciones, pese a las decenas de encuentros mantenidos por dirigentes de ambas partes.
El proceso se vio también dificultado por el clima político en Israel, donde el primer ministro, Ehud Olmert, acusado de corrupción, tuvo que dimitir en septiembre, y asegura de manera interina el cargo hasta las elecciones legislativas del 10 de febrero próximo.
El jefe de la oposición derechista, el halcón Benjamin Netanyahu, es el favorito en todos los sondeos para sucederle.
Del lado palestino, el presidente Mahmud Abas anunció que convocará a elecciones generales en 2009, al no haber acuerdo de reconciliación con los islamistas de Hamas, que en junio de 2007 lo expulsaron de la franja de Gaza.
El Hamas rechaza la realización de nuevas legislativas antes del final del mandato del parlamento actual, que domina, en enero de 2010. En cambio exige elecciones presidenciales, recordando que el mandato de Abas termina normalmente el 8 de enero.
La reciente ola de violencia israelo-palestina, dentro y en torno a Gaza, dinamitó la tregua de seis meses entre Hamas e Israel acordada el 19 de junio, y que no fue prolongada tras su vencimiento este mes.
Tras el fin de la tregua, los disparos de cohetes desde Gaza contra el sur de Israel arreciaron, y llevaron a responsables israelíes a amenazar con una intervención militar de envergadura.
«Por desgracia, Hamas controla (la franja de Gaza) y Hamas ha decidido atacar Israel. Hay que parar eso y es lo que vamos a hacer», advirtió esta semana en El Cairo la canciller israelí Tzipi Livni, candidata del partido Kadima (centrista, en el poder) a las elecciones de febrero.
El bloqueo que Israel mantiene sobre Gaza ha agravado una situación humanitaria que ya era precaria en este minúsculo territorio, donde viven pobremente 1,5 millones de palestinos.
Con el bloqueo, Israel responde a los disparos de cohetes y obuses de mortero.
«En 2008, las disensiones se profundizaron tanto en Israel como en los territorios palestinos y los políticos se vieron obligados a prestar más atención a esos conflictos internos que al que enfrenta a ambos campos», estima Nicolas Pelham, experto del International Crisis Group.
«Israel chocó con sus colonos religiosos, que se niegan a poner fin a su presencia en el corazón de Cisjordania, al tiempo que la Autoridad Palestina no ha podido impedir que Hamas consolide su control de Gaza», agrega.
En su opinión, «el fracaso de los dos campos para resolver (sus conflictos internos) por medios pacíficos, así como la actual amplificación de una retórica de la confrontación, auguran un año 2009 agitado».
El analista político palestino Zakaria Al Qaq traza también un sombrío panorama. «Las negociaciones no han conducido a nada. Las colonias israelíes continúan creciendo y los retenes militares son ahora más de 600», subraya.
Qaq se declara «pesimista» sobre las posibilidades de una reconciliación entre Abas y el Hamas, aunque considera poco probable que el presidente palestino, cuyo poder se limita ahora a Cisjordania, convoque a elecciones anticipadas.
«Ello sería consagrar la separación definitiva de Cisjordania y Gaza», dijo.
El debilitado Abas, que preconiza un acuerdo negociado con Israel para la creación de un Estado palestino, estará en una situación aún más difícil si Netanyahu, que rechaza cualquier concesión territorial, gana las elecciones de febrero, estima Qaq.
Por su parte, el presidente norteamericano George W. Bush dejará el poder sin haber visto la creación de los dos Estados a los que tantas veces se refirió desde la conferencia de Annapolis, tras haber descuidado el problema en sus primeros siete años de gestión.
«Los dos Estados existen ya», ironiza Qaq: «Israel y el Estado de los colonos en Cisjordania. En este contexto, no hay lugar para un Estado palestino».