El 2008 agoniza. Estamos a pocos días de recibir un nuevo año y desde distintas perspectivas el panorama no es más alentador. Pero terminar con la afirmación que todo fue «terriblemente terrible» sería repetir el discursito cargado de esa tirria infernal que desde sectores conservadores bien organizados se impulsa.
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Creo que parte de concluir un ciclo, también debe ser la renovación de aliento y esperanza porque las cosas mejoren, y sobre todo para seguir desde las distintas trincheras en pie de lucha para que la situación cambie de fondo.
Desde la convicción que tengo, se deben apoyar las políticas que tengan impacto positivo para la mayoría de la población, esas que buscan dignificar, promover la participación popular, entre otras, porque es precisamente de pequeñas acciones que se comienzan a gestar los grandes procesos que rompen con la cultura de exclusión y marginación.
No obstante, creo también en señalar, criticar y sobre todo denunciar aquellas que no buscan ese fin de bienestar común. En este punto cabe resaltar algunos casos vividos en los últimos meses: represión campesina, como la sufrida por miembros de la organización CODECA, donde cientos de campesinos fueron desalojados violentamente de distintos puntos del país, por haber tomado carreteras para exigir el derecho humano a una vida digna.
Seguridad: con una Policía Nacional Civil debilitada y desacreditada, por casos de secuestros, extorsiones y asesinatos, donde miembros de la fuerza de seguridad civil son los cabecillas de estas bandas criminales.
Justicia: donde al momento, pese a la infinidad de reuniones no se logra la elección del presidente de la Corte Suprema de Justicia, parte de uno de los tres principales organismos del Estado. Cientos de víctimas de delitos de guerra, de delincuencia y de estafas siguen a la espera de resoluciones que sienten precedentes de un país justo y no corrupto.
La lista es interminable. La agenda de «Solidaridad de la UNE» está cargada de reacciones y no de acciones de fondo, y aunque al parecer se reconocen las causas estructurales, no se hace nada por erradicarlas desde esas mismas profundidades que las gestan.
Los Acuerdos de Paz, logrados tras una guerra originada por las mismas causas que hoy nos carcomen, siguen como rollitos de tinta y papel protocolario bien engavetados.
Considero que si el actual Gobierno tiene previsto preparar su lista de propósitos para el nuevo año, debería tomar esos Acuerdos de Paz, por cierto catalogados como Acuerdos de Estado y tratar por todos los medios posibles de cumplirlos… ojalá lo considere? Presidente.