El amor


¿Cuántas veces se ha enamorado usted, estimado lector? Como dice la canción estadounidense «El amor es algo muy esplendoroso» y lo traducen como «El amor es algo esplendoroso».

Roberto Arias

Los seres humanos están sedientos de amor; ven pelí­culas basadas en historias de amor felices y desgraciadas, escuchan canciones triviales que hablan del amor, y, sin embargo, casi nadie piensa que hay algo que aprender acerca del amor.

Esa peculiar actitud se debe a varios factores que, individualmente o combinados, tienden a sustentarla. Para la mayorí­a de la gente, el problema del amor consiste fundamentalmente en ser amado y no en amar, no en la propia capacidad de amar. De ahí­ que para ellos el problema sea cómo lograr que se les ame, cómo ser dignos de amor. Para ellos el problema no estriba en que no saben cómo amar: Qué es amar. Para recibir hay que dar y, muchas veces, hay que dar más de lo que se recibe. Esta es una simple o elemental regla universal.

Visto desde el punto de vista romántico: «Amar es empapar el pensamiento con la fragancia del edén perdido, es tocar los dinteles de la gloria, es ver tus ojos y es escuchar tu acento, amar… amar es llevar herido con un dardo celeste el corazón», dice Lucho Gatica en la canción «Amémonos»

Enamorarse es subir al cielo; es escapar al infinito y ver y sentir a los pies las gigantescas y luminosas galaxias. Es ver y sentir pasar a cientos de miles de kilómetros por hora dispersos bólidos girando por el infinito. Es utilizar las estrellas como polveras para enriquecer la piel y el olfato con nubes de polvo galáxico. Es utilizar notas musicales como corredores sin fin hacia las galaxias, en donde extraños planetas giran expeliendo aromas de azahares y mirí­adas de luces de colores.

Es bajar a las fosas más profundas del océano; es sentir las poderosas corrientes de los mares y abrigar el sentimiento de flotar sobre una gigantesca montaña rusa acuática al sentirse navegar a la deriva sobre olas gigantescas que arriban sin fin desde lo ignoto y no llenar nunca las ansias ni la sed de amor. Es remontar las fuertes corrientes de los vientos sobre selvas, desiertos, montañas y volcanes. Es recorrer el mundo montado sobre los vientos invernales y sobre los vientos cálidos del planeta.

Enamorarse es sentir todos los perfumes de la galaxia juntos, es sentir la suavidad del terciopelo en la piel; es caer en una vorágine sin fin y sin sentido. Es extraviarse en el éxtasis de la mayor gloria universal.

Enamorarse es permear la piel de la pareja y sentirse cobijado dentro de la tibieza de su cuerpo? dentro de su seno. Es como volver por un instante al seno materno? a lo primigenio de la vida. Enamorarse es sentir que todas las estrellas entran por los ojos al uní­sono. Es absorber toda la música del universo. Es flotar sobre las notas musicales de una sinfoní­a, de un concierto o de una simple melodí­a. Enamorarse es convertirse en música, en agua, en viento, en estrellas? en galaxias. Enamorarse es absorber el infinito de una sola bocanada.

El amor genera poderosí­simas fuerzas espirituales que cruzan el espacio y el tiempo como relámpagos que resuenan en los ámbitos del presente, del pasado y del futuro. El amor une. El amor es cohesión espiritual? enlace espiritual? afinidad espiritual.

El amor es violento, es pací­fico, es amable, es celoso, es la mayor mezcla de sentimientos y de pasiones que conoce el ser humano. El amor es la mayor fuerza que se conoce en el universo? Preserva la vida.