Harold Pinter, pilar del teatro británico e intelectual comprometido


Katherine Haddon

Harold Pinter, el premio Nobel de Literatura 2005 fallecido el miércoles a los 78 años, era la espina dorsal del teatro británico y un activista antibélico muy crí­tico con los gobiernos de Londres y Washington.


El autor de 32 obras como «The Birthday Party» («La fiesta de cumpleaños»), «The Homecoming» («El regreso a casa») y «The Caretaker» («El guardián nocturno») también fue poeta, actor, guionista y un activista polí­tico muy crí­tico con la invasión estadounidense de Irak, apoyada por Gran Bretaña, en 2003.

Pero ante todo fue la espina dorsal del teatro británico, donde se impuso con un inequí­voco estilo hecho de pausas, modismos y juegos de palabras para intentar clarificar las personalidades de los protagonistas de sus obras.

Para Pinter el silencio podí­a expresar incluso más violencia que la palabra más dura. Además, era bien conocida su reticencia a explicar sus obras.

El dramaturgo Alan Ayckbourn una vez le pidió que le explicase el personaje de Stanley en «The Birthday Party», que habí­a interpretado en un reestreno.

«Métete en tus jodidos asuntos» fue la respuesta de Pinter.

Nacido en el popular este de Londres, en 1930, Pinter era hijo de un sastre judí­o. Estudió en la Hackney Downs Grammar School, donde sacó las mejores notas en lengua.

En 1948 fue admitido en la prestigiosa escuela de interpretación londinense Royal Academy of Dramatic Art (RADA) pero la dejó después de dos trimestres para lanzarse a los escenarios haciéndose llamar David Baron.

Mientras trabajaba como actor en desconocidos teatros de provincia británicos, Pinter siguió escribiendo y su primera obra, «The Room» («La habitación»), de un sólo acto, apareció en 1957.

Le siguió en 1958 la que se considera su primera pieza teatral completa, «The Birthday Party», que en un primer momento desconcertó a audiencia y crí­ticos. Tras sólo cinco dí­as en cartel, la obra se canceló ante las malas crí­ticas logradas.

Pero en los siguientes años sus obras fueron mejor aceptadas, pese a que él no cambió de estilo. La consagración le llegó con «The Caretaker» (1960) y «The Homecoming», que le catapultó a la fama.

Su reputación se cimentó en los años setenta. En el terreno personal, el autor se divorció también en esa década de su primera mujer, la actriz Vivien Merchant, con quien tuvo un hijo, y se casó con la historiadora Lay Antonia Fraser en 1980.

Este segundo matrimonio agudizó su interés por la polí­tica. De esta forma, Pinter se convirtió en los ochenta en una crí­tica voz contra la polí­tica del ex presidente estadounidense, Ronald Reagan, y de la ex primera ministra británica, Margaret Thatcher.

Ese interés se reflejarí­a en sus siguientes obras, sobre todo en «One For The Road» (1984), «Mountain Language» (1988) and «Ashes To Ashes» (1996).

Pese a su fama, Pinter rechazó el tí­tulo de Sir que querí­a otorgarle la reina Isabel II de Inglaterra y en 2005 usó su discurso en la entrega del premio Nobel para definir la guerra en Irak de «acción de bandidos».

Sin embargo aceptó la Legión de Honor de la República Francesa en 2007.

En 2005 Pinter anunció que dejaba de escribir obras de teatro para concentrarse en la poesí­a y realizar incursiones en la interpretación y la escritura de guiones.

Tras recibir tratamiento por el cáncer de esófago que le fue diagnosticado en 2002, volvió a escena, consiguiendo crí­ticas muy favorables por su interpretación del monólogo de Samuel Beckett «La última cinta» en 2006.

«Nuestro teatro nació de la misma necesidad de denunciar el militarismo, la guerra, la supremací­a de los intereses económicos. Cuando le conocí­, estuvimos hablando de la manera en que el capitalismo ha desfigurado el mundo de hoy en dí­a».

Darí­o Fo

dramaturgo italiano y Premio Nobel de Literatura en 1997, en referencia al teatro de Pinter

«No hay grandes diferencias entre realidad y ficción, ni entre lo verdadero y lo falso. Una cosa no es necesariamente verdadera o falsa; puede ser al mismo tiempo verdadera y falsa».

Harold Pinter

durante su discurso de entrega del Premio Nobel