El año que está finalizando deja una buena producción de libros. Conforme pasan los años, cada vez hay más y mejores libros en nuestro país, gracias a un buen impulso que realizan las editoriales estatales y privadas.
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En esta ocasión, quiero hacer un repaso, grosso modo, sobre la producción de este año. El objetivo no es mencionar todos los libros, porque imagino que se debieron de haber editado más de 1 mil 500 títulos de todo tipo de temas, por lo que es imposible mencionar todos.
Por tal razón, me enfocaré sólo en los que se refieren a literatura propiamente dicha, y de éstos, tampoco podré enumerar todos, sino que sólo algunos ejemplos que llaman la atención.
En términos generales, la producción editorial posee buena salud; en adelante, faltará mejorar los esfuerzos en la distribución y comercialización de los libros, y proyección de los autores, tareas pendientes de las editoriales, pero -no hay que negarlo- hay algunas que van por muy buen camino.
La narrativa es el género literario que más se publica en el país; escasamente, la poesía logra algunas cuantas publicaciones. También, en términos generales, la literatura encontró una especie de estancamiento en cuanto a la innovación temática, pero sobre todo de la técnica, ya que predomina la línea tradicional en la novela, el cuento y la poesía; sin embargo, hay algunos ejemplos que buscan nuevos caminos.
POESíA
Pese a que la poesía es un género literario al cual naturalmente confluye la mayoría de escritores, éste no se refleja en la producción literaria. En el país, más que todo la poesía fue publicada por escritores de ya larga trayectoria.
Cabe mencionar que la mayor parte de los libros de poesía publicados este año por editoriales guatemaltecas, se refieren más bien a reediciones. La que más destaca es la llamada «Antología personal» de Marco Antonio Flores, publicada por el Fondo de Cultura Económica. Este libro recoge la selección de textos de todos los años de producción poética del Premio Nacional de Literatura 2006.
La edición de «Antología personal» es muy buena. En este caso, la reedición de estas obras es incluso necesaria, ya que Marco Antonio Flores es conocido más que todo como narrador, aunque esta publicación del Fondo de Cultura Económica recuerda que también es muy buen poeta.
En otros casos, como mencioné, las reediciones fueron el común denominador de la mayoría de publicaciones de poesía, tales como «Asalto al cielo» de Francisco Morales Santos, publicado por Magna Terra Editories, o «Poesía prepóstuma» de Luis Eduardo Rivera, publicado por la Tipografía Nacional.
Aunque estas dos publicaciones salen a luz con un título inédito, debe hacerse notar que son antologías de poemas ya publicados; sin embargo, esta aclaración no se hace en la portada del libro.
Cabe mencionar que hubo dos poetas consagradas que sí publicaron libros inéditos, como fue el caso de Luz Méndez de la Vega, con «Frágil como el amor» publicado por Artemis Edinter, e «Iracundae dea» de Margarita Carrera.
Otro poemario que merece la atención es «Los episodios del vagón de carga» de Manuel José Arce, publicado por Piedra Santa. Este libro es uno de los mejores de este autor, y uno de los más representativos de la década de los sesenta, pero hoy día inaccesible, si no fuese por esta edición.
NOVELA
La novela es uno de los géneros preferidos para la publicación. Dentro del listado de obras publicadas este año, se encuentras varios títulos que permanecían inéditos. Cabe agrupar las obras en dos categorías diferentes, cada una con dos opciones de clasificación.
La primera categoría sería en torno a la extensión de la novela; hay una clara tendencia a que los escritores jóvenes opten por la novela corta, mientras que autores con más añejamiento prefieran la novela extensa.
Una segunda categoría se refiere a la ubicación temporal del ambiente de la obra, en las cuales caben las opciones de novela histórica y la novela de temporalidad contemporánea. En estas categorías no hay tendencias, aunque quizá sea más común la primera opción.
En la primera categoría, sobre la extensión, se puede referir que escritores jóvenes, como Byron Quiñónez con «El perro en llamas» (Editorial Cultura), Ronald Flores con «La rebelión de los Zendales» (Piedra Santa) y Eduardo Juárez con «Retrato de borracho con país» (Palo de Hormigo), optaron por extensiones de alrededor de cien páginas. En el caso de Flores, anteriormente ha publicado novelas más extensas, pero los otros dos éste es su primera publicación en este género.»
En cambio, con obras como «La montaña infinita» (Artemis Edinter) de Fernando González Davison y «El sueño de los justos» (Alfaguara) de Francisco Pérez de Antón, las obras sobrepasan las 300 páginas.
Quizá con temor a equivocarme, la extensión de la novela es un rasgo generacional. Una novela extensa se explica, tal vez, por la necesidad de la descripción minuciosa que poseen los narradores añejos. Mientras que un estilo corto, refleja la rapidez de la contemporaneidad, así como el centrarse en otro tipo de detalles de más acción.
De estas novelas, «La rebelión de los Zendales» de Flores, «La montaña infinita» de González y «El sueño de los justos» de Pérez, son históricas, porque versan sobre temas de la historia de Guatemala.
Los autores debieron de haber iniciado sus investigaciones para crear estos libros, buscando en los archivos históricos del país. Esto evidencia una características de nuestros tiempos: poco a poco le vamos perdiendo temor a nuestro pasado. La búsqueda en la historia era un derecho que estaba vedado durante los tiempos de guerra, por lo que no parecería raro que empiecen a proliferar este tipo de novelas. Mientras que las otras dos novelas referidas se posiciones en temporalidades actuales y abordan temas y problemas contemporáneos.
CUENTO
En cuestión de cuentos, también hubo buenos ejemplos de títulos inéditos, aunque la mayoría se trataba de reediciones.
Tal fue el caso de «Cuentos completos» de Dante Liano, publicado por la Tipografía Nacional, que consiste en la compilación de la obra narrativa breve de este autor, incluido algunos relatos inéditos.
En cuanto a la tendencia, la producción guatemalteca, sobre todo en cuento, continúa una tradición criollista del relato basado en historias pintorescas, en donde no deja de haber humor, un habla coloquial, personajes y paisajes «netamente chapines» y brevedad.
Como buen ejemplo de ello sobre sale la compilación de cuentos titulada «Romualdo» de Eduardo Villatoro, publicada por F&G Editores, con la cual, además, esta casa inició la Colección El Sombrerón, que -a juzgar por este título inicial- se basará en continuar la tradición neocostumbrista y neocriollista.
Sin embargo, hay otros ejemplos de libros que están innovando, sobre todo en el género del cuento, que ofrece grandes posibilidades para ello.
El primero es el «Megadroide Morfo-99 contra el Samuray Maldito» de Julio Calvo, publicado por la Editorial Cultura.
í‰ste es un cuento, que ya había sido premiado hace diez años y publicado en un medio escrito. Pero fue hasta este año que vio la luz en forma de libro.
La temática del cuento funde una historia de una batalla entre dos seres ultratecnológicos, que pueden modificar su forma. La lucha tiende al infinito, y en medio de esta lucha surgen ejemplos de la violencia en que está sumido el país. Todo ello enlazado y narrado con gran maestría.
Además de esta temática novedosa, la diagramación y edición de este libro tiende más a las necesidades actuales de los autores. En estos tiempos, en que la literatura busca nuevas formas de expresión, es casi imposible que los autores se puedan enmarcar en libros que contengan línea tras línea de caracteres. Julio Calvo logró romper con esta tendencia con su «Megadroide…»
Otra mención especial es para la compilación de cuentos «Sin casaca» de varios autores, compilado por Alan Mills. Este libro se basó en la interpretación de cada uno de los autores acerca de una historia que hayan escuchado en algún lado. Es decir, valoró la tradición oral y su codificación en clave estética. De ese libro, surgen algunos buenos ejemplos de tendencias innovadoras de la cuentística actual.
TEATRO
El teatro -hasta donde yo sé- no mereció ninguna publicación. Ello puede ser explicado a través de la certeza de que el teatro actual en Guatemala está divorciado de la literatura. Anteriormente, el teatro se consideraba un género literario, ya que previo a su representación en escena pasaba por la escritura.
Sin embargo, a raíz de las innovaciones de los directores a finales del siglo XIX, el teatro empezó a considerarse un arte por sí mismo, y se consideró literatura únicamente al texto escrito. Pero de éste a la puesta en práctica, podía haber una gran diferencia, ya que es común que los directores o los mismos actores impongan un rasgo personal.
En Guatemala, la mayoría del teatro se produce sin guión literario. Se produce, mejor dicho, con base en «chispazos» coyunturales -mas no en la improvisación-, y que buscan entretener y hacer reír a su público, a través de descargar cómicas en contra de figuras públicas o tradicionales del país.
Me parece que ello puede explicar a grandes rasgos el por qué no se publican obras literarias nacionales de teatro.
PROSA
Los géneros literarios ya no se pueden enmarcar en narrativa, poesía y teatro. Los escritores necesitan mayor libertad para escribir, por lo que surgen otras formas.
Dentro de la crítica literaria, F&G Editores publicó un libro que podría considerarse un valioso aporte para la crítica centroamericana: «Intersecciones y transgresiones: Propuesta para una historiografía literaria en Centroamérica» de varios autores. En él, se empiezan a resolver los problemas iniciales sobre qué es la literatura centroamericana -si es que esto existe-. La mayoría de críticos que aportan en este libro, sin embargo, proceden de otras regiones, o bien son centroamericanos que se ejercitan en otros países fuera del istmo.
Es por ello que éste es un buen intento inicial, aunque debe continuar los esfuerzos por comprender la literatura centroamericana.
En la crónica, se publicó la reedición de «Fez, la andaluza», de Enrique Gómez Carrillo, cuya obra dejó de editarse por mucho tiempo en Guatemala, por lo que cada reedición de él es valiosa, puesto que nos acerca de nuevo a este autor fundamental para las letras nacionales.
Otro libro que merece la atención es el publicado por Magna Terra Editores, «Ir perdiendo» de Gloria Hernández, quien asegura en la portada del libro que se tratan de consejas. Es decir, la autora se vale del recurso de los consejos populares, y con base en ello va escribiendo este libro en prosa, que reflexiona sobre el tema de las pérdidas.
Otro libro en prosa que sobre sale es «Lecturas menores» de Javier Payeras, publicado por Editorial Cultura. En él, ofrece comentarios literarios en torno a obras escritas. El valor del libro es que nos acerca a otros títulos que usualmente no se refieren ni se comentan, por lo que pasan como inadvertidos entre nuestros lectores.
Pero, sin duda, el libro en prosa que -por lo menos a mí- llaman la atención, es «Los secretos de Adán y Eva, salsas, besos y otras delicias» de Ligia García García, edición de la autora impreso en la Tipografía Nacional.
García ofrece una especie de diario íntimo, en donde va relatando su interioridad. Sin embargo, hay otro tipo de textos, que por su utilización, es innovador: recetas de cocina. Dentro de la literatura universal, el tema de la cocina ya había sido utilizado, como en «Como agua para chocolate» de Laura Esquivel. Pero García García utiliza verdaderas recetas, e invita al lector a realizarlas.
No se trata de un libro de cocina comentado, sino más bien de una novela o diario íntimo, que se vale del recurso de las recetas de cocina, para expresar los sentimientos de la autora.
EFECTO FILGUA
Dentro de la revisión de los títulos publicados este año, cabe mencionar que la mayor parte de la producción salió a la luz en los primeros meses del año. Esto -me imagino- para que pudieran ser promovidos en la Feria Internacional del Libro en Guatemala (Filgua). La mayoría de editoriales y autores apuraron sus procesos a fin de que pudieran ser expuestos, incluso presentados, durante este evento.
Filgua era antes un evento bienal, pero a partir de este año será anual. Por eso, antes las editoriales aprovechaban el año «Filgua» para lanzar más libros. Habría que evaluar si este efecto continuará, dado que habrá feria cada año.
Otro efecto que puede deberse a Filgua, es que cada vez más las editoriales, pero sobre todo los autores, comprenden la necesidad de adquirir el número ISBN para identificar a sus libros. í‰ste sirve para identificar al libro, no sólo en Guatemala, sino que en todo el mundo, y a través de él se puede comercializar, incluso vía Internet.
Sin embargo, había cierta desinformación en cuanto a esto, por lo que algunos autores no se adherían a esto, pensado que era un gasto superfluo. Filgua ayudó en esto, ya que ésta organizado por los mismos editores que ofrecen el servicio de ISBN.
LISTA PERSONALíSIMA
En general, éstas fueron las tendencias de la producción editorial. Quiero decir tendencias, porque, como ya indiqué antes, sería imposible referirlos a todos, y si no mencioné algún libro, no habrá sido de mala fe.
Pero, a continuación, daré una lista, que, obviamente, es subjetiva, sobre los libros que más me gustaron.
En poesía, rescataría «Antología personal» de Marco Antonio Flores, y «Los episodios del vagón de carga» de Manuel José Arce, ya que, pese a ser reediciones, éstas son inaccesibles hoy día. En el caso de Flores, él es más conocido como narrador, y poco se le ha valorado como poeta.
En la novela, me quedo con «El perro en llamas» de Byron Quiñónez, por su intento de introducir a la narrativa guatemalteca a nuevas tendencias, tal como es esta novela negra, en la que incluye problemas actuales, como sectas, narcotráfico, satanismo, entre otros.
En cuanto a cuento, «Megadroide?» de Julio Calvo, es el que más llama la atención, además de la compilación «Sin casaca».
Y, como referí antes, «Los secretos de Adán y Eva» de Ligia García García, por su utilización de recursos extraliterarios, como las recetas de cocina.