Renuncia presidente del Nobel


Renuncia presidente de Academia Sueca que otorga el Nobel de Literatura.


El secretario permanente (presidente) de la Academia Sueca, que todos los años otorga el prestigioso Premio Nobel de Literatura, dejará el cargo en junio después de ocuparlo durante diez años, anunció durante la reunión anual de esta institución.

Horace Engdahl, de 59 años, escritor y crí­tico literario, será reemplazado por Peter Englund, un escritor e historiador que fue elegido miembro de la Academia en 2002.

«En conformidad con una decisión adoptada en mayo por la Academia, que con admirable moderación la mantuvo secreta hasta hoy, dejaré mi puesto por mi propia voluntad el 1 de junio de 2009, exactamente diez años después de asumir el cargo en reemplazo de (Sture) Allen», anunció Engdahl el sábado al anochecer.

«Seré sustituido por Englund», agregó.

Peter Englund, de 51 años, es el miembro más joven de la Academia Sueca.

La Academia, fundada en 1786 en defensa «del genio y el buen gusto» siguiendo el ejemplo de la Academia Francesa, está integrada por 18 miembros, también conocidos como «Los dieciocho» en Suecia.

Estos miembros son elegidos por sus pares en forma vitalicia, y reemplazados únicamente después de su muerte.

Deben actuar como garantes del lenguaje sueco y son escogidos entre los escritores, poetas y profesores del paí­s.

Su tarea más prestigiosa consiste en seleccionar todos los años al ganador del Premio Nobel de Literatura, una tarea que les fue encomendada por el fundador de estos galardones, Alfred Nobel, en su testamento en 1896.

Este año el premio fue otorgado al escritor francés Jean-Marie Gustave Le Clezio por su obra, basada en sus numerosos viajes por el mundo.

El presidente de la Academia Sueca es designado en forma vitalicia, y oficialmente tiene el tí­tulo de «secretario permanente», aunque puede renunciar.

Engdahl, que seguirá siendo miembro de la Academia, afirmó en una entrevista publicada por el diario sueco Svenska Dagbladet que querí­a tener más tiempo libre para escribir y «sentarse en los cafés» de Berlí­n, donde su esposa es profesora invitada de Literatura.