Las autoridades francesas ordenaron la incautación cautelar de 31 piezas arqueológicas de origen mexicano que iban a ser subastadas en París, informó ayer un comunicado de la embajada de México en Francia.
«El pasado 15 de diciembre, la justicia francesa ordenó a la Oficina de Lucha contra el Tráfico de Bienes Culturales, perteneciente al Ministerio del Interior de ese país, proceder al aseguramiento de un lote que contiene 31 piezas arqueológicas de origen mexicano que iban a ser subastadas por las galerías Binoche SARL y Reanaud-Giguello y Asociados, con sede en París», señala el comunicado de la embajada.
Contactado por la AFP, Jacques Blazy, experto de la casa Binoche, confirmó la incautación cautelar de las piezas y afirmó que espera «los resultados de la investigación en curso serenamente» porque las «piezas proceden de coleccionistas que las heredaron o las adquirieron legalmente y de buena fe».
Se trata de la segunda vez en seis meses que el gobierno de México impide, con la cooperación de las autoridades francesas, la venta de piezas arqueológicas prehispánicas.
En efecto, el 12 de septiembre pasado, la justicia francesa procedió a embargar cautelarmente dos lotes (en total 85 piezas) que iban a ser subastados en París, recordó la embajada.
La embajada de México pidió a las autoridades judiciales francesas que investigara para determinar la forma en que esas piezas arqueológicas «fueron adquiridas y entraron en territorio» francés.
El comunicado recuerda que, desde 1827, la legislación mexicana prohíbe de manera explícita la exportación de bienes arqueológicos sin previa autorización y que la ley mexicana estipula que tales objetos «son propiedad inalienable e imprescriptible de la Nación».
Jacques Blazy señaló al respecto que, efectivamente «el problema reside en la diferencia de legislación entre los dos países. Francia reconoce el derecho a la propiedad de los coleccionistas, mientras México considera a priori patrimonio suyo todo objeto precolombino procedente de su territorio».
«Mientras no haya acuerdos de país a país, los actores del mercado y los coleccionistas serán víctimas» de esa contradicción, dijo.
«Si hubiera objetos robados en los lotes que se nos proponen, yo sería el primero en advertir a la policía», recalcó.
«Si este tipo de procedimiento se generaliza y se impide funcionar al mercado normal de obras de arte, el único resultado será la proliferación de un mercado subterráneo», estimó el experto.
«Nosotros no podremos trabajar, pero las autoridades no tendrán ninguna posibilidad de control», agregó, abogando por legislaciones nacionales que distingan entre las piezas declaradas patrimonios, cuya salida del país de origen está prohibida, y las que se pueden comercializar, para que se dé a estas últimas un pasaporte que autorice su exportación y su venta.