DOS GENERACIONES


Glenda Villalta, una joven muy hermosa, salió del almacén de alta categorí­a en el que habí­a comprado un par de zapatos de los más caros y lujosos, y se dirigió, en su auto deportivo, hacia su hogar.

César Guzmán
cesarguzman@yahoo.com

Y mientras conducí­a por las calles de Lima, Perú pensaba, con orgullo, en la compra recién hecha.

Ya en casa, lo primero que hizo fue sacar de su guardarropa sus finos vestidos y se les probó hasta que decidió cuál combinaba mejor con su nuevo calzado.

¡Cómo presumirí­a en la oficina!

Estaba tan ensimismada contemplándose en el espejo, que no se dio cuenta de que su anciana madre le veí­a.

La señora observó sus propios pies cubiertos con unas sandalias viejas, rotas y casi sin suelas, y comenzó a llorar en silencio.

VELAR POR LOS PADRES ANCIANOS ES CUMPLIR UNA LEY DIVINA