En nuestro país suceden cosas que realmente dan mucha pena y vergí¼enza. Los padres de familia, se quedan pasmados cuando al enterarse que, apenas han empezado las inscripciones de sus hijos en los centros de enseñanza de educación pública y ya están vislumbrando conflictos entre el magisterio y el MINEDUC, acciones que vendrán a entorpecer nuevamente la buena marcha del próximo ciclo escolar, (no lectivo, como algunos le llaman.)
Pues bien, se anuncian paros, huelgas, plantones, pagos atrasados etc. por parte del sector magisterial; los padres de familia duermen ya en los pórticos de los establecimientos para lograr un número para inscribir a sus hijos y el Ministerio anuncia también, sin quedarse atrás, acciones y desmentados de lo que afirman los maestros organizados. En fin, se anuncia nuevo caos en el 2007, mientras tanto las estadísticas sobre la poca asistencia de educandos en las áreas rurales va en aumento, los índices de analfabetismo (para variar), hacia arriba, las deserción a granel, la desnutrición en niños menores de cinco años latente, en fin, es la de nunca acabar que nos retrata de cuerpo entero ante el mundo. La educación en Guatemala está en pañales y obviamente existe aún atraso en la atención y desarrollo integral del niño, niña y adolescente.
Que podemos hacer entonces ante tan desolador panorama, pues que se recurra a un expediente que pueda ayudar a la formación de los nuevos maestros sin perjudicar a ellos ni a sus padres con eso de alargar en un año la carrera magisterial. Si fueran prácticas las autoridades que manejan los programas educativos y poniendo énfasis en la carrera magisterial, bien se podría implementar un programa de ejercicio profesional supervisado para los alumnos que estén por graduarse de maestros, ello contribuiría a hacer un diagnóstico sobre su vocación de docentes y quizás así, tengamos más maestros capacitados que se dediquen a la enseñanza en las áreas rurales o áreas marginales de la capital, en donde las escuelas están en abandono latente.
El plan consistiría en que los o las alumnas que están cursando el último año en la carrera magisterial se les asigne regiones, dentro de su departamento, para que en seis meses practiquen su aprendizaje pedagógico y ayuden en parte a programas de alfabetización, castellanización y en primeros grados impartiendo otras materias o cursos, de acuerdo a los contenidos de los programas en vigor. Claro, ellos no irán gastando de su peculio la estadía en esos lugares, el Ministerio puede crear un sistema de mini-becas para que estos practicantes ganen un salario mínimo de unos mil quetzales al mes durante el tiempo que empleado en la práctica supervisada, veremos entonces si dichos alumnos están dispuestos a ejercer la docencia, mandar al desarrollo educativo de Guatemala o sólo querrán el estudio para pasar directamente a la universidad a cursas otras carreras profesionales ajenas a sus estudios iniciales en las escuelas normales. Como es un ejercicio supervisado habrá fiscalización, a efecto de que se cumpla el cometido y así poder calificar y finalizar su carrera para obtener su título de Maestro (a) de Educación. Su especialización vendrá después, eso es harina de otro costal.
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