El primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, se reunirá con el presidente estadounidense, George W. Bush, a fines de noviembre en Jordania, tras lanzar una ofensiva diplomática frente a Irán y Siria para frenar la violencia que dejó un promedio de 119 muertos por día en octubre.
Un alarmante informe de las Naciones Unidas reveló el miércoles que la cantidad de civiles muertos en Irak en un mes alcanzó un nuevo récord en octubre, con 3.709 muertos, una señal de la incapacidad de las fuerzas de seguridad iraquíes y estadounidenses de poner coto a la violencia.
Unos 3.345 civiles murieron en septiembre. En total, 7.054 personas murieron de forma violenta en octubre y septiembre, según cifras basadas en datos recolectados en hospitales e institutos médico-legales del país.
Los datos toman en cuenta las decenas de cadáveres que la policía halla cada día en las calles, víctimas de la violencia confesional, sobre todo entre chiítas y sunitas.
El miércoles, 12 personas, incluidos tres soldados y cuatro policías iraquíes, murieron en ataques en Baaquba, feudo de la insurrección al norte de Bagdad, según fuentes de seguridad.
Siete guardias murieron también en un atentado con bomba cuando estaban reunidos para cobrar sus salarios en Iskandariya, al sur de Bagdad.
«Decenas de cuerpos de personas aparentemente ejecutadas, las manos atadas, los ojos vendados, con rastros de tortura, siguen apareciendo en diferentes zonas de Bagdad», subrayó el informe de la ONU.
George W. Bush, presionado para que aplique una nueva estrategia en Irak que ponga fin a la violencia, se reunirá por tercera vez en seis meses con el primer ministro iraquí el 29 de noviembre en Jordania.
«Centraremos nuestras conversaciones en los actuales desarrollos en Irak, el progreso realizado hasta la fecha en las deliberaciones de un comité de alto nivel sobre la transferencia de la responsabilidad sobre la seguridad, y el papel de la región en apoyar a Irak», indicaron ambos gobernantes en un comunicado difundido el martes de noche.
La reunión tendrá lugar en un escenario político dramáticamente alterado.
Mientras Maliki se ha acercado a Siria y a Irán, dos países criticados duramente por Washington, Bush es presionado por los demócratas, que controlan el Congreso tras su reciente victoria legislativa, para que retire progresivamente a los 144.000 militares desplegados en Irak en los próximos cuatro a seis meses.
No obstante, Bush insiste en que no fijará un calendario para la retirada hasta que disminuya la violencia.
Siria e Irak reanudaron el martes sus relaciones diplomáticas, interrumpidas desde hacía 25 años, tras la visita del canciller sirio Walid Muallem a Bagdad el domingo pasado.
Además, el presidente iraquí Jalal Talabani viajará a Teherán el sábado para una reunión con su homólogo Mahmud Ahmadinejad. La cita podría incluso convertirse en una reunión tripartita si se les suma el presidente sirio Bachar al Assad, aunque su presencia aún no ha sido confirmada.
Siria, presionada por Irak para que frene la entrada de combatientes extranjeros por su frontera común, y acusada de cerrar los ojos ante esta migración con la meta de enfurecer a los estadounidenses, condenó «los atentados» contra el pueblo iraquí.
Irán, antaño gran rival de Irak, es acusado de suministrar armas y logística a los chiítas y de contribuir así a la violencia confesional y a la desestabilización del poder central iraquí.