Ser más bello y mantenerse joven es posible gracias a la «cosmetofood» o dermonutrición, alegan los fabricantes de alimentos que pretenden que sus yogures o sodas tienen propiedades cosméticas, una afirmación refutada por los especialistas.
La «cosmetofood» apareció en Europa hace unos 15 años, y en Francia, por ejemplo, existen unos 30 productos, cuando hay «2 mil 500 en Asia, esencialmente en Japón», dijo Béatrice de Reynal, presidenta de la agencia consultora Nutrimarketing.
Según Isabelle Marquis, experta en nutrición y salud del gabinete Enzyme, la «cosmetofood» apareció «hace cuatro o cinco años de manera más evidente» en el mercado europeo.
«La idea nació en Asia», sobre todo en Japón, aseguró a su vez Jean-Marc Lévy, director del estudio de marketing de la agencia Jumpfrance. «Es algo inherente a la cultura asiática», dijo.
En Francia, un yogur enriquecido en vitamina E, omega 6 y antioxidantes que promete «una piel más sana y más bella», es un buen ejemplo de «cosmetofood».
En Japón, hay caramelos blandos con colágeno que prometen «labios pulposos» y una piel tersa, bebidas que se reivindican «anti-edad». Otros alimentos se presentan como capaces de blanquear la piel.
En el mercado europeo han aparecido chocolates antioxidantes, sodas destinadas a frenar el envejecimiento de la piel o sopas «cutis radiante».
En Estados Unidos, un fabricante propone un agua embotellada sosteniendo que sus efectos permiten evitar las inyecciones de botox.
«El 90% de la oferta de «cosmetofood» carece de fundamento científico», estimó De Reynal. A menudo «es un señuelo». En todo esto hay «mucho de efecto placebo».
Según una investigación realizada por la asociación francesa de consumidores UFC-Que Choisir, el citado yogur enriquecido con vitaminas y omegas «no tiene efectos significativos sobre la piel».
Su fabricante afirma, en cambio, citando informes científicos, que aporta elementos nutritivos esenciales para las capas profundas de la piel, que son alimentadas «desde el interior».
Olivier Andrault, de UFC-Que Choisir, explica que la «cosmetofood» es simplemente un recurso publicitario: «Las causas son financieras. Se sabe que la alimentación tiene márgenes de beneficios relativamente poco importantes, y que las industrias cosmética y farmacéutica dejan, en cambio márgenes enormes» y es por ello que es grande la tentación de desdibujar las fronteras entre ellas.
Tanto más cuanto que, según Marquis, la «cosmetofood» «se enmarca perfectamente en las expectativas de los consumidores» de los países ricos, en los que la apariencia personal es primordial.
Béatrice de Reynal,
nutricionista