Muchos de los emigrantes ilegales de ífrica subsahariana pasan por Libia para alcanzar El Dorado europeo tras desechar la «ruta marroquí», que se ha vuelto intransitable debido a los controles de seguridad.
«Ya no hay prácticamente posibilidades de partir a través de Marruecos. La policía (marroquí) se mantiene muy alerta», explicó Ibrahim Diarra, un transportista de candidatos africanos a la inmigración ilegal muy conocido en Gao, en las puertas del desierto del Sahara, al norte de Malí.
«Ya no hacemos directo-directo , está siendo muy, pero muy difícil», agrega en la jerga de los transportistas, refiriéndose a los trayectos entre Gao y Marruecos, prácticamente suprimidos.
Esta vigilancia marroquí, ejercida bajo presión europea, se ha mantenido desde la trágica represión en 2005 de intentos de infiltraciones de clandestinos en los enclaves españoles de Ceuta y Melilla.
Las estadísticas confirman el cambio de ruta. A principios de noviembre, las autoridades marroquíes anunciaron haber detenido a 13.500 emigrantes clandestinos hasta finales de octubre de 2006, una cifra en claro retroceso de 51% con respecto al mismo periodo de 2005.
De los 13.500 arrestos, había 5.930 marroquíes y 7.570 extranjeros, procedentes esencialmente de ífrica subsahariana.
Estos números corroboran la nueva estrategia de los transportistas, que se encaminan hacia Libia antes de poner rumbo a Italia, a través de la isla de Lampedusa.
Precisamente en Libia, los Estados miembros de la Unión Europea y los países africanos celebrarán los días 22 y 23 de noviembre una conferencia ministerial sobre las migraciones y el desarrollo.
«En cuanto los clandestinos llegan a Gao, viven hacinados en casas llamadas guetos . El día de la salida embarcan con destino a la localidad malí de In Hallil, situada cerca de Borj, en la frontera con Argelia. Será su primer trayecto en el desierto», explicó un policía de Gao que prefirió no revelar su identidad.
«Según las informaciones de las que disponemos, en In Hallil actualmente hay varios miles de africanos candidatos a la emigración clandestina que esperan para proseguir su camino. Son más numerosos que la población autóctona», agrega.
En In Hallil toman el relevo otros miembros de la red de transportistas que llevan a los emigrantes hacia el desierto libio para, después de un periplo de varias semanas, llegar a las costas italianas.
Este recorrido es agotador pero «más seguro». Y es que en la inmensidad del Sahara escasean las fuerzas de seguridad y los transportistas conocen al dedillo los secretos de las sendas desérticas. Viajan con reservas de combustible y víveres y se orientan con geoposicionadores (localización por satélite, GPS).
La segunda ruta parte de Gao hacia Níger para alcanzar Libia. Es el camino predilecto de las candidatas a la inmigración clandestina en Europa.
«Estas mujeres viajan en grupo. De esta manera evitan las novatadas de los hombres», afirma Moktar, un profesor de Gao, cuyo domicilio linda con uno de los puntos de partida.
La tercera ruta clandestina que parte de Gao «no sube», sino que «desciende»: es la ruta occidental, «la ruta senegalesa». La utilizan generalmente los clandestinos que han sido expulsados varias veces de Argelia y Marruecos.
Para este itinerario, los emigrantes ilegales parten de Bamako y embarcan por la noche en el tren que enlaza la capital de Malí con Dakar. No todos llegan a Senegal, sino que algunos de ellos se dirigen más al sur, hacia Guinea-Bissau o Cabo Verde.