Efectos del Amparo


La correcta decisión del Procurador de los Derechos Humanos al presentar un Amparo contra los ministros de Economí­a, de Energí­a y Minas y el de Comunicaciones y Transporte, empezó a rendir frutos porque las petroleras se apresuraron a trasladar al consumidor otra pequeña rebaja. Y es que mientras en todo el mundo el precio de los combustibles ha bajado sensiblemente, de acuerdo a la baja del valor del crudo, en Guatemala con la complicidad de las autoridades nos siguen viendo la cara de papos.


Hoy publicamos un corto comentario que se hizo ayer en nuestra edición electrónica diciendo que si hoy subiera de golpe y porrazo el precio del crudo otra vez a ciento cincuenta, mañana las bombas del paí­s reflejarí­an el alza y el combustible estarí­a a más de treinta quetzales por galón. Y es lo que La Hora ha insistido desde hace mucho tiempo, en el sentido de que para subir los precios no hubo dilación ni tardanza, sino que el reflejo era automático. Por ello cuestionamos el peregrino criterio de que eran dos cosas muy distintas el precio del crudo y el precio del producto refinado, tesis que le pasaron los petroleros al ministerio encargado de la materia, puesto que si la principal materia prima de las gasolinas y el diesel es el petróleo, no hace falta ser experto para entender que hay una í­ntima relación en los precios de ambos insumos.

No es preciso, tampoco, insistir mucho en esta materia porque todo mundo lo entiende, menos nuestras autoridades que se casaron con la tesis de las petroleras, vaya usted a saber por qué. En cambio, sí­ que vale la pena insistir en el tema de las tarifas del transporte y aun en el tema del subsidio que se aumentó a los autobuseros de la capital, puesto que en ambos casos se actuó con la idea de que el precio del petróleo no sólo estaba alto, sino que la tendencia era a que continuara subiendo. Algunos de los estudios habí­an previsto que el barril de crudo llegara a 200 dólares antes de fin de año y, en cambio, ahora lo tenemos a menos de cincuenta dólares.

El problema está en que como nuestras autoridades de Energí­a y Minas se han dejado llevar por la explicación de las petroleras que, ¡Brujo!, dicen que no es lo mismo el mercado del petróleo que el de los combustibles, la reducción no ha sido ni tan rápida ni tan correcta como debió ser, pero de todos modos ya hubo rebaja y los transportistas se siguen hartando a costillas de los usuarios y eso no es correcto.