Varias economías pequeñas y medianas de América latina manifestaron este miércoles en Nueva York que temen pagar los platos rotos de la crisis financiera.
Un foro organizado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sobre «Pensamiento social estratégico de América latina» recogió en buena medida esa inquietud.
La principal conclusión del foro fue que se necesita una respuesta rápida y eficaz de los organismos crediticios multilaterales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo.
Hubo coincidencia en el diagnóstico: los años de crecimiento ininterrumpido y muy dinámico de América Latina –probablemente los mejores desde la crisis de la deuda de los ochenta– probablemente no se repetirán en un tiempo cercano.
La región está mejor preparada que nunca para capear la crisis actual, pero necesita líneas de crédito disponibles para inyectar liquidez a sus economías, si es necesario. Y la atención mundial no debe limitarse a los gigantes emergentes como Brasil o México, o de otras regiones del mundo.
«Hay conciencia de la necesidad de tener líneas de crédito que den liquidez a las economías, que no sean condicionadas, de desembolso muy rápido», dijo en rueda de prensa Rebeca Grynspan, directora del PNUD para la región.
Guillermo Zúñiga, ministro de Finanzas de Costa Rica, reconoció que «hay comprensión» de los organismos financieros y que la velocidad de respuesta «es más alta que de costumbre». «Pero el diablo está en los detalles», advirtió.
Según Grynspan, «hay muchos países pequeños y medianos que tal vez no están recibiendo la misma atención y la misma aplicación de esta baja condicionalidad y rápido desembolso que están recibiendo otros».
«Ojalá que ese desembolso rápido y no condicionado de respuesta a la crisis no se quede en un grupo muy pequeño de países, en un «Club Platinum» del mundo emergente», ironizó la responsable del PNUD.
En caso de que sólo se atienda las necesidades de las economías más importantes, los países chicos temen no poder hacer frente y aplicar políticas fiscales «contracíclicas» que les eviten a corto plazo un retroceso social.
«No queremos que una crisis que no hemos generado nos venga a vulnerar nuestras metas en términos de combate a la pobreza», comentó Rebeca Santos, ministra de Finanzas de Honduras.
«Vemos por ejemplo con mucha preocupación que Honduras había logrado reducir en casi seis puntos porcentuales la pobreza y ya estamos experimentando retrocesos importantes», advirtió.
Según Santos, «no podemos recomendar recetas del pasado que han demostrado ser obsoletas en un mundo globalizado. Se necesita mucha creatividad y respuestas rápidas».
Para Zúñiga, la prioridad de estos países es «blindar nuestras economías para evitar que los países ricos, una vez más, logren exportarnos la crisis».
«El mundo rico se metió en problemas y ahora nos están pasando la factura», agregó. La política contracíclica consiste -según él- en «expandir la demanda interna, la inversión y el gasto público en áreas estratégicas».
«Pero tenemos que inyectar liquidez a nuestras economías, tanto en moneda local como extranjera, y ahí es donde se requiere un apoyo sin condiciones de las agencias internacionales, para permitirnos un blindaje suficiente para poder gestionar la liquidez en moneda dura, si la llegamos a necesitar».
Para Natalie Cely, ministra coordinadora de desarrollo social de Ecuador, la crisis es además una oportunidad de adelantar soluciones nuevas a nivel regional. «Tenemos que ser muy creativos, innovadores», dijo.
«Es muy importante que nosotros tengamos mecanismos regionales propios, como por ejemplo el Banco del sur, con los cuales podamos rápidamente atender nuestras propias necesidades», agregó Cely.