Empecé a leer el libro «Encuentros y desencuentros de la izquierda latinoamericana», de Roberto Regalado. La obra está basada en la experiencia de un espacio conocido como el Foro de Sao Paulo en el que desde 1990 han confluido expresiones diversas de la izquierda, de las cuales muchas han logrado llegar al Gobierno, como es el caso de Brasil, Bolivia, Uruguay, Venezuela, Nicaragua y Cuba. Otras fuerzas ahí presentes son el PRD de México, el FMLN de El Salvador y por Guatemala URNG.
Con una frase de Rosa Luxemburgo, el autor abre un debate sobre lo que podría estar ocurriendo en las fuerzas políticas de izquierda en la región:
¿Quién para transformar la sociedad se decide por el camino de la reforma legal, en lugar y en oposición a la conquista de Poder, no emprende realmente, un camino más descansado, más seguro, aunque más largo, que conduce al mismo fin, sino que, al propio tiempo, elige distinta meta: es decir, quiere, en lugar de la creación de un nuevo orden social simples cambios no esenciales, en la sociedad ya existente.
A partir de esta idea, cualquiera de estos partidos que ha estado haciendo Gobierno, podrían denominarse reformistas, más que revolucionarios o transformadores del orden social. Sin embargo, ubicándose en el contexto actual pueden identificarse en algunos de los actuales gobiernos latinoamericanos de izquierda dos rutas distintas. Uno es el emprendido por los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Ecuador; en el que han optado por un camino de reforma legal, pero con miras a una transformación más profunda.
La convocatoria a Asambleas Constituyentes para reformar la Constitución, son en efecto reformas legales, pero que buscan generar condiciones para un cambio hacia un nuevo modelo de desarrollo, en el que se limitan los poderes a las élites económicas. Los otros gobiernos, en cambio, han optado por coexistir con los grupos de poder, y transformar hasta donde éstos les permitan. Por ello, es que observamos que Venezuela, Bolivia y Ecuador son los países donde se evidencian mayores conflictos políticos, porque se tocan intereses muy fuertes de grupos de poder.
En Nicaragua el tema resulta complejo, puesto que Daniel Ortega llegó al Gobierno en alianza con un grupo conservador, y hoy es enfrentado por movimientos sociales, encabezados por la disidencia sandinista que optaron por apoyar a otro sector liberal. En El Salvador, el candidato del FMLN se ha desmarcado de posiciones más transformadores como forma de defender su posible victoria.
En Guatemala, la izquierda se ha visto incapacitada para echar a andar un proceso político que en el que confluyan los diferentes sectores sociales, en tanto URNG sigue sin generar condiciones que permitan esa confluencia. Invito a revisar un documento presentado a la Asamblea de ese partido, en el cual jóvenes se pronuncian ante el cierre de un espacio en un partido en el que el camino hacia la coexistencia con los sectores conservadores está ganando más terreno. Ver documento en http://elpuntodefuga.tk/