Las maravillas del IRTRA


Cuando mi hijo Oscar y su familia vienen de Pittsburgh los patojos siempre nos piden que vayamos al IRTRA en Retalhuleu lugar que les encanta y que, según dicen, les trae muchos recuerdos de un hotel en el que estuvieron en Hawái hace un par de años. Y este fin de semana emprendimos camino hacia los Hostales junto a los seis hijos con sus respectivas familias, conformando un numeroso grupo que disfrutó lo máximo lo que el Instituto de Recreación de los Trabajadores de la Empresa Privada ha hecho en ese paradisí­aco lugar de la costa.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

Alguna vez escribí­ que del IRTRA me llaman la atención especialmente dos cosas, porque al ingresar a sus instalaciones pareciera como si los guatemaltecos nos contagiáramos de las buenas maneras de todo el personal y de la extraordinaria limpieza en todas las áreas públicas. No ve uno a nadie tirando basura o papeles y como por arte de magia nos volvemos amables con los otros huéspedes sin que uno vea gestos agrios ni mucho menos actitudes prepotentes o resentidas.

El otro aspecto que me gusta del IRTRA es la forma en que comparten empleados y jefes de todos los niveles, de todas las actividades económicas. Entre las piscinas del Xocomil y los juegos acuáticos no existen clases sociales y lo mismo disfruta el más encopetado empresario que su empleado con menor salario. Los Hostales tienen un precio que realmente resulta accesible para muchí­sima gente que puede disfrutar de alojamiento en verdad de primera, correspondiente a hoteles de cinco estrellas en cualquier lugar del mundo, y los restaurantes ofrecen comida a precios muy cómodos y favorables.

Si pudiéramos replicar lo que pasa adentro de las instalaciones del IRTRA en todo el paí­s y todos pudiéramos tener extramuros la misma actitud que mostramos una vez adentro de las instalaciones, seguramente que nuestra convivencia serí­a mucho mejor y las posibilidades de entendernos entre los guatemaltecos serí­an ilimitadas. Y eso por no mencionar otros contrastes. Hace unos dí­as Oscar y su familia fueron a desayunar a un restaurante en la Zona Viva y les chocó ver que un padre de familia estaba en el área de juegos mostrando un tremendo pistolón y dos tolvas. Los patojos no se han acostumbrado a esa realidad tan nuestra y una de las cosas que les llamó la atención fue que en las instalaciones del IRTRA no vieron gente haciendo esa tonta ostentación de sus armas.

Ya habí­a decidido hacer este comentario que tiene el propósito de reconocer el mérito de quienes han hecho posible ese paraí­so cuando recibí­ una llamada de Ricardo Castillo Sinibaldi para contarme del premio que recibió el parque temático Xetulul al haber ganado una distinción conocida como «The Applause Award» tras haber quedado como finalista junto al Sea World de San Diego, California, lo cual constituye un reconocimiento de grandes quilates, tal y como lo publicamos hoy en la sección informativa del diario. Indudablemente el trabajo no es únicamente de Cayo, pero se debe decir que sin su empuje, tenacidad y dedicación, difí­cilmente tendrí­amos algo tan especial en el paí­s.

Y esa cultura de atención al público que se nota en todo el personal del IRTRA es como para que puedan impartir cursos nacional e internacionalmente respecto a la forma en que logran el nivel de excelencia que se traduce en bienestar pleno de todos los huéspedes.