Es impresionante la forma en que aún aquellos que se definen como contrarios al papel del Estado le saben sacar raja a la piñata fiscal mediante la asignación de recursos para diverso tipo de ONG»s que se nutren del dinero público esgrimiendo los más variados objetivos. En el presupuesto anterior, aprobado por el gobierno de í“scar Berger, asignaron cifras millonarias a grupos que luego presumen como si fueran los que están financiando sus actividades y ahora el Congreso cedió a presiones de diputados que a cambio de votos lograron que sus entidades favoritas tuvieran idénticas asignaciones.
Creemos que es indispensable que el Ministerio de Finanzas ponga coto a esa danza de millones vergonzante y que se establezcan condiciones esenciales para los desembolsos. Porque si bien es correcto asignar recursos para financiar el desarrollo humano, no lo es hacerlo para financiar la corrupción y muchas de esas asignaciones están ya vistas como actos de pura y clara corrupción.
Son esos gestos corruptos los que hacen que los ciudadanos repudien el tema de los impuestos y por lo tanto el gobierno tiene que hacer esfuerzos por corregir los abusos que se pudieron cometer en el proceso de aprobación del presupuesto. A cuenta de qué tenemos que financiar lo que grupos privados presentan como aportes al país e inclusive como obras de caridad. Si alguien quiere jugar el papel de filántropo que lo haga con sus recursos y no con el dinero de los impuestos. Es inmoral el comportamiento de esos grupos privados que organizan entidades no gubernamentales y que presumen de aportarle algo a la sociedad pero en el fondo sangran al Estado y de ajuste se benefician cobrando gastos operativos que pagamos entre todos los contribuyentes. Eso incluye muchas veces dietas y honorarios para los «filántropos».
Así como respaldamos el esfuerzo de cohesión social porque creemos que es conveniente para un país con los niveles de pobreza que hay en Guatemala, repudiamos esa piñata que privatiza el gasto público a favor de los mismos sinvergí¼enzas que siempre han sabido como sacarle raja al país y a su posición social o política.
La inmoralidad llega a tal extremo que de entrada se tiene que reconocer que no hay capacidad para fiscalizar esos fondos y por ello la corrupción es cantada. El presidente no vetará el presupuesto ni siquiera en forma parcial, pero Finanzas debe condicionar las erogaciones a que efectivamente se puedan establecer mecanismos de control y rendición de cuentas para garantía de que el dinero no irá a financiar negocios privados o al bolsillo de alguno de los tantos sinvergí¼enzas que presumen de honestos en este país.