Julio Donis
La frase se regó por todo el planeta y conlleva en el fondo la aspiración de muchos sobre un modelo de democracia occidental, como fórmula para dirimir y organizar las relaciones sociales. El rotundo éxito electoral de Barak Obama y del Partido Demócrata, tanto en el poder central como en las cámaras legislativas, representó la respuesta de éxito no solo para las esperanzas de muchos norteamericanos, a pesar que el sistema electoral es indirecto, sino también fue la respuesta de triunfo a las expectativas creadas a nivel mundial, ¿pregúntese por qué?
Ahora bien, ¿por qué las campanas de Obama que repicaron con tal resonancia, también picaron en lugares tan lejanos como Oriente Medio, Japón, varios lugares de ífrica, Brasil, etc.? Hubo sitios en los que dicha resonancia se reflejó en una especie de fetichismo electoral. En otras palabras, ¿cuál es el efecto levantado por este hombre o por el proyecto político que representa?
¿Qué significa en dimensiones globales que gente de distintas latitudes esperen algo que no saben qué es pero que les genera esperanza? Esto se materializa al escuchar la frase si se puede, lema de la campaña demócrata. Aún recuerdo que meses atrás en una visita que hiciera Obama a Alemania, la algarabía y el apoyo fue multitudinario. Nuevamente, ¿qué significa para un ciudadano europeo que Obama haya sido electo como Presidente de los Estados Unidos?, quizá íntimamente mucho porque en el fondo saben que sería muy difícil que una persona afrodescendiente fuera electa como primer ministro o presidente en países como Inglaterra o Alemania misma.
Atrás de la frase sí se puede, hay muchas propuestas que tácita o sutilmente se indujeron al ciudadano medio de Estados Unidos y esas mismas posibilidades de cambio también fueron asumidas por el ciudadano medio occidental. El recurso surtió efecto y la esperanza de refrescar la democracia y su batería de valores fundamentales como la libertad, los derechos humanos, la justicia etc., era una aspiración estratégica, no solo de la campaña demócrata, sino de la nación estadounidense ante la debacle y desgaste que ocasionaron dos dinastías Bush.
La obamanía fuera del territorio estadounidense entonces, encierra la expectativa y la demanda que la fórmula democrática se refuncionalice ante el deterioro de la ambición global. Hay demasiada evidencia que con la bandera de la democracia, se han justificado las acciones desmedidas de la guerra y del mercado; en ambos hay resultados negativos y contravenientes y dichas reclamaciones no se sostienen más. He ahí que la campaña o el análisis de discurso de Obama encierra el mensaje de esperanza, de enmendaremos los errores. Los retos incluyen la reorientación del despliegue militar en distintos frentes del mundo, lo que incluye retiro de tropas y cierre de cárceles como Guantánamo; recuperar el liderazgo mundial en ámbitos como el G-8; una resolución adecuada del sistema financiero y eso pasa por repensar el modelo porque éste ha sido cuestionado en su estructura.
Para el norteamericano medio, cansado de la guerra y dolido en el bolsillo, la candidatura y ahora presidencia de Barack Obama es la alternativa para recuperar el american dream, auque se intuya que la tarea no será fácil y más bien será larga. Las goteras en el techo son muchas y también hay fugas en las tuberías. Hay que desahogar de las hipotecas a muchas familias de clase media; los discursos prometieron el cambio en el sistema educativo; revertir la privatización que se hizo del sistema de salud para reincorporar su condición de derecho universal entre otros. En todo caso la complejidad de ser una nación de supremacía mundial implicará, para la administración de Obama, una muy delicada y fina atención de la agenda internacional sin descuidar la agenda doméstica que al final es quien lo eligió, bueno indirectamente.
La elección de Barak Obama significa en sí mismo un acontecimiento histórico por todos los elementos que encierra su persona, pero también por el contexto mundial en el cual se da este cambio. Los demuestran distintas expresiones de adscripción a su candidatura, que pasan por describir este fenómeno desde gloriosa epopeya, oportunidad de soñar, hasta los que se sienten identificados aludiendo la dimensión multirracial, lo multiétnico, e incluso lo multinacional. Obama podrá ser afroamericano, con aire fresco en la política, carismático, demócrata, hasta líder de una especie de identidad global como han dado en llamarlo algunos, pero sobre todo encarna la posibilidad de reconstruir el recurso ideológico de la democracia, como forma de incidencia mundial.
A este respecto, lo que hay que volver a preguntarse es el origen y la viabilidad de la democracia como sistema de valores y como sistema de ordenamiento político. Vuelvo a retomar lo que provocaba párrafos arriba en el sentido de preguntarnos ¿Por qué la democracia? ¿Cuál democracia? La que tiene sumido al mundo en la riqueza global de algunos ante la pobreza de la mayoría o de concebir más bien las virtudes democráticas como algo por alcanzarse que como algo dado o acabado.
El dilema es el siguiente, si se cree en algo, se desea que todos lo deseen y lo asuman. Muy probablemente el poder de la democracia occidental se ha salido de cauce al obligar a asumir aquellas virtudes en vez de persuadir a los demás para que aspiren a las mismas.
Hay muchas preguntas que aún esperan respuesta, sin embargo a una semana y media del triunfo de Obama, la expectativa se mantiene y el plan del nuevo gobierno demócrata tendrá que enfrentar una casa desordenada.
Julio Donis
Sociólogo