Por enésima vez tenemos que referirnos al tema de la violencia política y en esta ocasión con el ingrediente de que la víctima de una acción para sembrar terror fue cabalmente quien hasta hace pocos meses se desempeñaba como Director Ejecutivo de Diario La Hora, el periodista José Carlos Marroquín Pérez, quien decidió abandonar las funciones de comunicador social para involucrarse activa y decididamente en la política nacional.
A eso de la una de la madrugada de hoy, un grupo de desconocidos cubiertos con gorros pasamontañas, realizó un masivo ataque a tiros contra los vehículos del periodista Marroquín estacionados frente a su residencia. Una centena de balazos y dos cócteles molotov hicieron estragos en dos automotores y crearon verdadero pánico en el condominio situado en un tranquilo sector de la ciudad.
Imposible saber el origen de un atentado de esta naturaleza cuya finalidad es, obviamente, la de sembrar el terror afectando seriamente a la familia de quien fue nuestro Director Ejecutivo. Las conjeturas abundan y en verdad no se puede descartar ninguna hipótesis porque el hecho puede ser producto de los problemas internos del partido político, acciones de grupos que se han sentido afectados por la decisión de José Carlos de participar en política para hacer un aporte en el esfuerzo por depurar esa actividad tan importante para la vida cívica o adversarios de otras formaciones políticas.
Lo cierto del caso es que nuevamente se envía el mensaje de que no es fácil querer aportar transparencia en nuestra actividad política porque quien llega con principios y convicciones se encuentra con obstáculos aun mayores de los que puedan imaginarse y que pueden resultar extremadamente peligrosos. Cuando José Carlos nos comunicó en La Hora que se retiraba para militar activamente en la política partidista y para no comprometer en absoluto al medio con la causa que él estaba abrazando, le comunicamos nuestra comprensión y solidaridad por un esfuerzo que sabíamos cuesta arriba porque la política está definitivamente copada por muchos intereses y ambiciones que colisionan con ideas que tengan que ver con patriotismo, con depuración del país y con el rescate de los valores esenciales.
Ya antes, mediante amenazas anónimas enviados por correos electrónicos, se le advertía de que su actitud de impedir que ciertos sectores pudieran no sólo acercarse sino ejercer decisiva influencia era mal vista por gente poderosa y peligrosa. Obviamente en el ataque de esta madrugada no se perseguía su eliminación física, pero la contundencia del mensaje no deja lugar a dudas sobre lo que significa en nuestro país querer hacer las cosas bien.
Esperar que se pueda conocer mediante la investigación el origen de esta acción es como pedirle peras al olmo. Y frustra, realmente, ver que un esfuerzo por aportar un dinamismo efectivo, honesto y comprometido con los intereses nacionales, tenga este tipo de consecuencias.