Hay noticias que cuando llegan sorprenden porque no se esperan y noticias que se esperan y nunca llegan. La publicada en estos días por los medios de comunicación sobre tres diputados de la GANA que viajaron a París utilizando una invitación falsa es de esas que, cuando llegan, no causan sorpresa, porque no hacen sino convertir en certeza la percepción ciudadana de que el Organismo Legislativo es usado por los diputados como medio de obtener abundantes y frecuentes beneficios personales, certidumbre que contribuye a amplificar aún más el desprestigio de dicho organismo, que ha llegado a ser tan grande que bien pudiera convertirse en la lápida que sepulte las carreras políticas de los nefastos diputados que alegan ahora que habiendo sido sorprendidos en su buena fe, fueron víctimas de un engaño.
Los ciudadanos, indignados, esperaríamos que se abriera una investigación y que se dedujeran responsabilidades a los que resultaran involucrados. Eso esperaríamos, pero, realmente ¿podemos albergar alguna esperanza de que suceda? Las posibilidades son mínimas, aun a pesar de las voces airadas que piden un mayor control sobre los gastos en viajes de los diputados y en general de los gastos administrativos del Congreso, ésa será una noticia de las que nunca llegan, porque no podemos esperar que los señores diputados corten la rama en la que están sentados y de ahí que seguramente poco o nada se hará al respecto.
Los tres diputados señalados, a su regreso, declararon además que buscarán ser reelectos en las próximas elecciones. Y cuando los vemos unidos en los viajes, unidos en el grado de «ingenuidad» y unidos en la lucha por mantener las prebendas, no podemos sino recordar las palabras de George Orwell (Rebelión en la Granja, 1945), cuando dice: «Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros».