Cansados de que sus hijos crecieran celebrando una festividad foránea como Halloween, los habitantes de un pueblo de Costa Rica organizaron su propia fiesta en la víspera del día de Todos los Santos, con disfraces y máscaras tradicionales, pero sin exigir golosinas.
El baile de las «Mascaradas» congregó la noche del viernes a centenares de personas de todas las edades en Barva, 15 km al norte de San José, quienes recorrieron las calles del pueblo bailando al ritmo de música caribeña y centroamericana durante un par de horas.
El baile tiene este nombre debido a la tradición de los habitantes de Barva de fabricar máscaras para celebrar las «fiestas patronales» (en honor al santo patrono de cada pueblo), que son muy cotizadas por los millares de turistas que cada año visitan Costa Rica.
Pero mientras desaparecen de las ciudades y pueblos de Costa Rica los bailes de las fiestas patronales, en parte porque ocurrían diversos hechos delictivos en estas celebraciones, en Barva la fiesta de la víspera de Todos los Santos ha ganado vigor en los últimos tres años.
El renovado entusiasmo con que Barva festeja la «noche de brujas» se debe a que sus habitantes decidieron utilizar las máscaras y disfraces que se usaban desde la colonia en las fiestas patronales para contrarrestar la celebración «gringa» de Halloween, que cada año ganaba más adeptos entre los niños de Costa Rica.
La fiesta en Barva incluye personas de ambos sexos y de diversas edades que, disfrazadas con coloridos trajes y máscaras que representan a diversos personajes de la sociedad, recorren las calles del pueblo bailando al ritmo de una banda de vientos y percusión.
Las máscaras y atuendos son enormes, por lo que cada uno de estos personajes mide hasta cuatro metros de altura, como gigantescas marionetas, lo que exige gran habilidad de parte de los entusiastas bailarines disfrazados.
Los principales personajes de la mascarada son la «giganta», que representa a las mujeres españolas adineradas y arrogantes de la colonia; el gigante, que representa al criollo; el policía del pueblo; la muerte (una calavera); la bruja y el diablo.
Pero últimamente se han agregado otros personajes, como «Cantinflas» (cómico considerado un ícono de la cultura popular mexicana), que cada año es representado por Carlos Carvajal, de 50 años, quien desde niño se ha dedicado a la fabricación de máscaras en Barva.
Otros personajes que debutaron este año son «María José Castillo», que emulaba a la finalista costarricense del concurso de televisión «Latin American Idol», que logró mucha audiencia en este país, y el capitán Jack Sparrow, el personaje de la película «Piratas del Caribe».
«Esta fiesta la hacemos desde hace tres años para erradicar a Halloween», contó Ligia Rodríguez, cuyo marido Fernando Vargas es un prominente fabricante artesanal de máscaras.
«No es que estemos contra Halloween, pero en Costa Rica tenemos nuestras propias fiestas, así que no corresponde (celebrar) una fiesta norteamericana», agregó la mujer, cuyo hijo Ricardo, de 11 años, también fabrica máscaras.
El desfile concluye en la plaza de Barva, pero la fiesta continúa casi una hora más. Gente de todas las edades baila con las marionetas gigantes en una noche inusualmente despejada, pues es común que llueva en esta época del año en el valle central de Costa Rica.
Niños y niñas participan con entusiasmo en este baile de las mascaradas que, al menos en Barva, ha conseguido alejarlos de la tentación de recorrer las casas en la «noche de brujas» exigiendo golosinas.