Haban sido amigos durante quince largos años y su relación tenía ya una profundidad en la que, para comunicarse, bastaba el lenguaje del silencio.
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No eran de la misma raza porque uno era negro y tenía los ojos del color de su piel y el otro era de cuerpo claro y los tenía azules.
Se habían acompañado durante inmenso número de días, compartiendo techo, comida, penas y alegrías.
Pero un día, Jesse Howard, el hombre negro, de Texas, Estados Unidos, se puso gravemente enfermo y poco después falleció a causa de su mal.
Charlie, el de la mirada color de cielo, lo sintió tanto que no pudo soportar la pena y de pura desesperación murió a los 15 días. Charlie era el perro mascota de Jesse.
SI AMAN LOS ANIMALES ¿POR QUí‰ LOS HUMANOS NO?