Un museo que alberga la colección privada de la empresaria argentina Amalia Lacroze de Fortabat abrió este miércoles sus puertas en el barrio porteño de Puerto Madero, con obras de artistas como Peter Brueghel, Salvador Dalí, Andy Warhol, Xul Solar y Antonio Berni, entre otros.
Se trata de 230 obras y objetos de arte que fueron atesorados por una de las mujeres más ricas del país a lo largo de 30 años y que ahora están al alcance del público en un espectacular edificio diseñado por el arquitecto uruguayo Rafael Viñoly a la vera del Río de la Plata.
Las dos piezas más valiosas de la colección, «Julieta y su aya» de Joseph Mallor William Turner y «El Censo en Belén» de Pieter Brueghel II, estremecen al espectador, resguardadas detrás de una placa transparente y estratégicamente colocadas frente al acceso y cabecera de la sala mayor.
En el día de apertura al público fue notorio el flujo de visitantes, entre ellos numerosos turistas, fácilmente reconocibles por sus bermudas y mochilas a la espalda, que recorrían el barrio más joven de Buenos Aires, ahora galardonado con un museo.
«Yo no entiendo de arte pero la muestra me encantó. Me fascinaron las acuarelas de (Auguste) Rodin y las pinturas de (Antonio) Berni. Siempre es bueno alimentar el alma, el espíritu», dijo a la AFP Ada González, una médica de 50 años que aprovechó su tarde libre para visitar el museo junto a su madre de 86 años.
Dos de los cuatro pisos del museo están destinados a obras de autores argentinos, franceses, alemanes y uruguayos de los siglos XIX y XX que plasmaron el paisaje de la Pampa, la ciudad de Buenos Aires y la tradición del país sudamericano.
Las otras dos están destinadas exclusivamente al arte internacional con grandes maestros de diversas épocas como Brueghel, Turner, Marc Chagall, Salvador Dalí, Gustav Klimt, Andy Warhol.
Los visitantes recorren las enormes salas de estilo espartano, pintadas de blanco y con pisos relucientes, donde encuentran una profusa riqueza de artistas argentinos, como Antonio Berni, Leopoldo Presas, Carlos Alonso, Juan Carlos Castagnino, Antonio Seguí, Elimio Pettoruti y Xul Solar, entre otros.
Soldi tiene un lugar privilegiado en la planta superior, que sorprende con su vista sobre un dique del río color de león, cubierto de pequeños veleros y escoltado por los viejos depósitos portuarios recuperados y las antiguas grúas que parecen gigantescos dinosaurios de metal.
«Me pareció impresionante el edificio y me parece que existe cierta desproporción entre el edificio y la colección. Supongo que van a venir más piezas en muestras itinerantes», dijo a la AFP un visitante de nombre Guillermo (50 años).
El hombre, funcionario de Naciones Unidas que prefirió mantener su apellido en el anonimato, dijo que se había fascinado ante «El Censo en Belén» de Brueghel, un artista que acababa de maravillarlo en una de las mejores salas de Nueva York.
El edifico de Viñoly –autor del Fórum de Tokio y el Centro Financiero de El Cairo– sorprende en especial por la bóveda de vidrio y acero que corona el primer y segundo piso y que está revestida por parasoles móviles de aluminio que permiten controlar la iluminación con un mecanismo de apertura y cierre automático.
El Museo Fortabat es la primera iniciativa en su tipo, desde que el empresario Eduardo Costantini abrió el Museo de Arte Latinoamericano (Malba) en 2001, un punto obligado en el circuito cultural porteño donde puede admirarse «Abaporu», la maravillosa obra de la brasileña Tarsila do Amaral.