Numerosas escritoras turcas publican libros sin concesiones que las convierten en blanco de la cólera del régimen, «quizás porque las mujeres turcas son más valientes que los hombres», afirmó una de ellas, Perihan Magden, en la Feria del Libro de Fráncfort (Alemania).
«En Turquía, yo soy la mala mujer nacional. Tengo la impresión de que el poder sólo desea una cosa: que me calle», declaró Magden en la 60ª edición de la feria alemana.
Sin embargo, el silencio no es el fuerte de esta pequeña mujer de unos 50 años. Basta hacerle preguntas sobre la libertad de expresión, el genocidio armenio o la suerte de los kurdos, para que inicie un discurso incendiario.
Inmediatamente se olvida de hablar del libro «Dos chicas» que ha venido a vender, en el cual cuenta los agitados amores de dos adolescentes turcas.
En Turquía, Perihan Magden es al menos tan conocida por sus novelas como por sus artículos en la prensa de izquierda.
A fines de 2005, su defensa de un joven objetor de conciencia encarcelado le costó una demanda del ejército. Durante su proceso fue abucheada por una muchedumbre hostil y finalmente fue absuelta, pero las querellas en su contra continúan acumulándose.
Actualmente, Perihan tiene dificultades para disimular cierto cansancio ante lo que cataloga de «hostigamiento crónico».
Esta antigua militante comunista, «es decir, soviética», confía que sueña con enviar a su hija a estudiar a Estados Unidos «para escapar de esta claustrofobia».
En cambio, la novelista Elif Shafak fue llevada ante la justicia por las afirmaciones de un personaje ficticio de uno de sus libros sobre el genocidio armenio, tema tabú por excelencia en Turquía.
Esta universitaria feminista fue juzgada recurriendo al artículo 301 del código penal turco, que prohíbe «denigrar» al Estado, y que también causó problemas al Premio Nobel de Literatura turco Ohran Pamuk.
Esta novelista nacida en Francia y cuyas obras a menudo son bien recibidas por la crítica, quiere dar vuelta a la página. «Todavía me asimilan demasiado a menudo» a esa polémica, protestó en una entrevista publicada ayer por el semanario Stern.
Sin embargo, no reniega de su feminismo. «No se cuentan suficientes historias de mujeres. La historia siempre es escrita por hombres. La religión es escrita por hombres», advierte.
Al igual que Elif Shafak, Fethiye Cetin provocó un escándalo en Turquía atacando de frente los tabúes históricos.
En su novela «El libro de mi abuela», un gran éxito en Turquía según el editor, la militante de los derechos humanos parte en busca de sus raíces armenias y cristianas, que le fueron ocultadas durante largo tiempo por su propia familia.
La abogada de la familia del periodista de origen armenio Hrant Dink, asesinado el año pasado, cuenta en particular cómo su abuela escapó al genocidio.
«No se puede hacer callar al pasado, siempre sube a la superficie», dijo Cetin al ser invitada a un puesto de los Verdes en la Feria del Libro de Fráncfort.