Aduanas, el talón de Aquiles



Célebre era aquella expresión de quienes llegaban a pedir un puesto en el gobierno y decí­an que «aunque fuera de vista de aduanas», porque desde siempre esa ha sido una viña en la que se corrompe el más pintado de los ciudadanos. El sistema de las aduanas del paí­s se ha cimentado para alentar el contrabando y es un hecho que constituye la mayor fuente de fuga de ingresos fiscales para el paí­s.

Ayer la Superintendencia de Administración Tributaria dio un golpe sin precedentes en las aduanas del paí­s al realizar sorpresivamente un operativo para destituir a todos los empleados y funcionarios del sector y sustituirlos por personal supuestamente no contaminado. Debe decirse que se trata de una de las acciones más audaces que se han dado en la historia del combate al contrabando y falta ver sus resultados, porque hay que reconocer que no es fácil desbaratar toda la estructura que durante generaciones se ha ido perfeccionado para facilitar el trasiego de todo tipo de mercancí­as sin el pago de los derechos aduanales correspondientes.

Se podí­a intentar un cambio de sistemas y procedimientos, pero dada la comprobada capacidad de los grupos que controlan las aduanas para ajustarse, todo cambio requerí­a, por necesidad, de una sustitución radical del personal a cargo del control aduanero. Es muy temprano para decir si la dimensión de la medida adoptada por la SAT es de tal calibre como para romper con los esquemas tradicionales y para adecentar el tránsito de mercancí­as desde el paí­s al extranjero y desde otras naciones al mercado guatemalteco. Difí­cil porque tampoco se puede determinar a ciencia cierta la profundidad del control que los grupos paralelos han tenido sobre todo el sistema y si en estos momentos podrán cooptar a los nuevos empleados y ajustarse a los nuevos procedimientos para continuar con el ingreso sin control de furgones cargados de mercaderí­a.

Pero indudablemente que debe reconocerse lo valioso de la acción y aun su audacia porque se enfrenta a verdaderas estructuras de poder que han permanecido sin sobresaltos a lo largo de buena parte de nuestra historia. El control llegó a ser absoluto durante el conflicto armado interno porque se planteó el manejo de las aduanas como parte de la misma polí­tica de seguridad nacional y por lo tanto nadie podí­a siquiera escarbar en las intimidades para establecer hasta dónde llegó el dominio. Se ha hablado mucho del control total, absoluto e indiscutible de todas y cada una de las aduanas y de cómo los funcionarios que han llegado a desempeñarse en ese campo han tenido que optar entre el retiro prematuro o la complicidad para encubrir los hechos.

Si la SAT efectivamente asume el control de las aduanas, podemos estar frente a una de las transformaciones más importantes en la vida nacional. El tiempo dirá hasta dónde se puede y los dejan llegar.