El debate de la literatura indí­gena


Un nuevo aniversario de la llegada de Cristóbal Colón a América está por cumplirse, y cada año sirve de motivo para la reflexión sobre el asunto indí­gena en nuestro continente.


La cultura indí­gena se plantea, pues, como resistencia, ya que tras varias centurias, aún se esfuerzan, hoy dí­a, por conservar rasgos de su identidad. El tema da para tocar miles de aristas y adentrarse por varias vertientes, pero para no ser tan difusos, nos centraremos en la literatura indí­gena.

Este 10 de octubre, inició en México, el Festival Internacional de Poesí­a de lenguas aborí­genes, en donde participa Gaspar Pedro González, uno de los pioneros de la literatura en lengua indí­gena de Guatemala

El objetivo de este Festival es valorar la literatura escrita en lenguas no hegemónicas. Aunque habrá escritores de otros continentes, se centrarán en literatura escrita en lenguas aborí­genes de América.

La literatura hispanoamericana es, casi por definición, concebida únicamente la escrita en español. Más de algún crí­tico, con visión un poco más amplia, incluirí­a además a la brasileña. Pero el tema indí­gena, habitualmente, se ha tomado como tema aparte, como una corriente alterna que pareciera, así­, no seguir los mismos mecanismos que la literatura en español y hasta se ha llegado a creer que es una «moda» de los últimos años.

¿Moda? Claro que no. Por lo menos, en Guatemala, el inicio de las publicaciones de literatura en lengua indí­gena se ocurren hasta la década de los noventa. Esencialmente, el ya mencionado Gaspar Pedro González, en q»anjob»al, Ví­ctor Montejo en popb»al ti», y Humberto Ak»abal, que publicó primero en español, y posteriormente en k»iche», son los más representativos. Antes, Luis de Lión, autor kaqchikel, habí­a publicado, pero en español; de hecho, él no hablaba esa lengua maya.

Aunque ésta es, sin duda, una literatura que surge en los márgenes del centro cultural, lo cual le confiere cierto rasgo posmoderno, habrá que pensarse en esta literatura más bien como un fenómeno social. El indí­gena en Latinoamérica no ha empezado a escribir. De hecho, sus manifestaciones literarias son anteriores, incluso, a la venida de Colón, como lo atestiguan las compilaciones de poesí­a náhuatl-azteca, el Rabinal Achi», o los miles de testimonios orales que fueron recogidos en forma escrita durante la Colonia.

Para asumir por completo esta realidad, habrá que tomar en cuenta que nuestro concepto de «literatura» está accidentalizado. Es decir, creemos que literatura es la escrita en una lengua hegemónica y oficial (español, inglés, francés, por ejemplo), y que corresponda a los tradicionales géneros literarios (novela, cuento, poesí­a, teatro).

Sin embargo, fuera de esta rí­gida definición, existen los casos en nuestro paí­s ya mencionados, además de otros que han surgido en los últimos años, de textos escritos en diferentes lenguas indí­genas, y que no sólo van a un estrecho margen de género literario, sino que van rozando la crónica, el testimonio, las formas proféticas, y otro tipo de texto.

Tal vez el problema de la literatura escrita en lenguas indí­genas sea la falta de lectores, debido a la agresiva educación monolingí¼e que se imparte en Guatemala, las altas tasas de analfabetismo (real y funcional) del paí­s y el poco interés de promover la lectura. Pero, estos últimos casos son problema también para la literatura escrita en español.

Una solución medianamente útil, ha sido las ediciones bilingí¼es, lengua indí­gena-español, que se han publicado con respecto a esto. Sin embargo, estos esfuerzos han sido realizados, más bien, por editoriales extranjeras (México y Estados Unidos, sobre todo; en este último caso, inglés-lengua indí­gena) y algunas casas guatemaltecas que han tomado conciencia de ello, como Cholsamaj, por ejemplo.

Pero, si vamos a cuestiones de extender el público destino de las ediciones, habrá que aceptar que, incluso, una edición en español, o bilingí¼e, queda corta en nuestro mundo globalizado. Se dan casos, como el de reciente aparición de un poemario de Ak»abal en Piedra Santa, en edición inglés-español.

La situación es difí­cil aún de plantear; las soluciones no son tan obvias, pero, al menos, en paí­ses con fuerte presencia de hablantes en lenguas indí­genas (México, Guatemala, Perú, Paraguay), ya que se plantean este tipo de ediciones.