El cine es el arte dominante y el más consumido, aún así no existe ningún estudio del audiovisual en las escuelas y además enfrenta la amenaza de la piratería, cuya amplia oferta afecta la concurrencia a las salas, coincidieron intelectuales latinoamericanos.
«Cualquiera sabe que en las escuelas se puede enseñar literatura, música pero no el audiovisual, que es lo que consume y practica la nueva generación», señaló el realizador e investigador argentino Octavio Getino el jueves durante el I Congreso de Cultura Iberoamericana que se clausura este sábado en la capital mexicana.
Según Getino, «si no hay una línea de acción para formar a los jóvenes en la historia del cine, en toda su diversidad, no podremos desarrollar algo tanto más importante que la libertad de expresión que es la libertad de elección del público».
«Porque si el público carece de formación elige acríticamente aquello que se le pone en la pantalla y de lo otro no tiene ni idea», lamentó.
Carlos Monsiváis, reconocido escritor mexicano, reconoció el viernes en otro seminario que las letras han perdido la batalla frente al celuloide, «el arte dominante».
«Mientras se siga minimizando la importancia del cine no se va a entender la transformación de las sociedades. Estan cambiando culturalmente con una celeridad enorme y el cine está desempeñando un papel básico», señaló el intelectual, de 70 años.
Y a falta de educación académica, los jóvenes se instruyen de forma autodidacta explotando las nuevas posibilidades tecnológicas y sumergiéndose en el inabarcable catálogo que la piratería despliega en las calles de todo el mundo.
«En los lugares de corsarios se encuentran por ejemplo todo Murnau o todo Eisenstein (…) El entusiasmo de los jóvenes por cineastas coreanos, japoneses o chinos es manifiesto. La piratería es la nueva internacionalización del gusto cultural que no veo reflejada en las publicaciones sobre cine», advirtió el autor de «Días de guardar» en un seminario sobre el futuro de la información cinematográfica.
Algunos de los presentes se defendieron destacando el desafío que implica abarcar ese nuevo universo fragmentado y anárquico.
«Â¿Cuál es el límite para empezar a hablar de una película, no todo el mundo se descarga lo mismo?», se preguntaron.
Otros en cambio, como la especialista mexicana Sara Mascarúa, afirman que «el espectador comienza a rebasar al especialista, al critico que nada más reseña las cintas que están en las salas comerciales».
Según el registro de la Asociación Latinoamericana contra la piratería, citó Monsiváis, el 90% de los DVD que circulan son piratas y sólo el 30% de la población sigue visitando los cines. El resto ve películas en sus hogares regresando de este modo a la relación literaria de una persona con su libro, en este caso con el film.
Un fenómeno peligroso para Pablo O. Scholtz, crítico cinematográfico del diario argentino Clarín, porque «no es lo mismo ver una comedia o una película de terror en tu casa solo que en el cine. Esa cosa de estar encerrado viendo algo y luego comentarla con tal persona hace perder el sentido que en su momento tuvo el cine de ser algo para compartir».
El I Congreso de la Cultura Iberoamericana se clausurará este sábado tras la lectura de las conclusiones de las cuatro jornadas de debates y seminarios entre profesionales del cine y políticos que serán trasladadas a la próxima cumbre Iberoamericana de finales de octubre en El Salvador.