Las parcialidades del Premio Nobel


Todo parece indicar que la semana próxima, alrededor del 8 de octubre, se dará a conocer al ganador del Premio Nobel de Literatura de este año. Habitualmente, la deliberación de este nombre, año con año, es un proceso difí­cil y hasta inexplicable. La Academia Sueca casi siempre sorprende, y, aunque muchos expertos literarios intenten predecirlo, casi nunca se logra atinarle al ganador.


Sin embargo, para este año parece que será diferente, ya que ha habido indicios de que todo está prácticamente «cocinado», y que el ganador será elegido de una lista breve de eternos favoritos.

El primer indicio es que, a través de fuentes extraoficiales, se ha logrado determinar que el 9 de octubre será el dí­a en que se dé a conocer, lo cual supone que no habrá mayor deliberación. El segundo indicio es una entrevista que ofreciera esta semana Horace Engdahl, el influyente vocero de la Academia Sueca, sobre las posibles preferencias.

Si nos basáramos en el primer indicio, tendrí­amos que sacar los nombres que se manipulan desde hace mucho tiempo, en donde sobre salen: Claudio Magris, Joyce Carol Oates, Amos Oz, están entre los favoritos, según las casas de apuesta. Adonis, Philip Roth, Tomas Transtrí¶mer, Bei Dao, Ko Un, Don DeLillo, Haruki Murakami, Cees Nooteboom o Margaret Atwood, son otros nombres que se incluyen. Con relación a escritores de habla hispana, están Mario Vargas Llosa o Carlos Fuentes.

He ahí­ los nombres esenciales; de hecho, el novelista italiano Magris lidera por mucho las apuestas. Sin embargo, no habrá que olvidar que el año pasado, la Academia Sueca rescató del fondo de la lista a Doris Lessing, una eterna candidata cuyo añejamiento la habí­a convertido en casi invisible.

Pero, más importante es el segundo indicio, no para imaginar al ganador, sino para montar una discusión sobre las preferencias de la Academia Sueca. Sucede que la entrevista que Engdahl ofreció esta semana, manifestó que la literatura estadounidense no tiene mayores posibilidades.

«Estados Unidos está demasiado aislado, y es muy insular. No traducen lo suficiente y no participan en el gran diálogo de la literatura», dijo Engdahl.

«Por supuesto que existe una importante literatura en todas las grandes culturas, pero no se puede escapar del hecho de que Europa es aún el centro del mundo literario… y no EE.UU.», manifiesta Engdahl en la entrevista, reproducida en The New York Times.

Europa como el centro del mundo literario. Esa frase expresa gran parte del pensamiento de Engdahl, y, suponemos, que la Academia Sueca se maneja con patrones similares.

Es por ello que difí­cilmente observamos a escritores que se alejan del canon occidental-europeo ganar el Premio Nobel. Lo no europeo se ve sólo como elementos que pueden adornar la literatura occidental. Pero, en general, el Nobel tiene un tinte europeizante.

A ello se debe sumar la queja del mundo islámico se ha quejado también de la preferencia a lo judí­o, denuncias que no son infundadas.

El problema es que el Nobel es considerado el premio literario más prestigioso del mundo; con la obtención, el ganador no sólo consigue una inmejorable suma de dinero, sino que también fama, prestigio, ventas por millones y traducciones simultáneas a casi todos los idiomas.

Por ello, deberí­amos ver con alguna desconfianza a los premios Nobel, ya que los criterios de selección, muchas veces, han sido indescifrables, a tal punto que algunos han despertado desconfianza.