Ninguno reniega de Bush


Enfrentados a una hegemoní­a estadounidense en decadencia, los candidatos a la Casa Blanca pretenden tomar distancia de la polí­tica exterior del presidente George W. Bush, pero tanto el republicano John McCain como el demócrata Barack Obama están lejos de renegar totalmente de la misma.


A pesar de que se oponen entre sí­ en lo que respecta a Irak y Afganistán, ambos desean pasar a una era «pos-Bush» y dar vuelta la página de una «guerra contra el terrorismo» que es cada vez más impopular.

No obstante, se han ido acercando poco a poco a las posiciones más recientes del gobierno saliente y ninguno de los dos rechaza abiertamente la «doctrina Bush» en lo que atañe a los ataques militares preventivos.

John McCain, de 72 años, destaca que su apoyo a la polí­tica de enviar refuerzos militares estadounidenses a Irak mejoró la seguridad en ese paí­s y opina que ello le otorga crédito en materia de seguridad nacional.

Le gusta calificar de «ingenuo» a Barack Obama, de 47 años. Este último piensa que la guerra en Irak ha impedido a Estados Unidos concentrarse en Afganistán, principal frente, según él, de la lucha contra los terroristas.

A diferencia de su adversario, John McCain se niega a aprobar un calendario de retiro de las tropas estadounidenses de Irak, pero prevé que al final de su primer mandato, en 2013, el gobierno iraquí­ ya habrá logrado imponer su autoridad en todo el paí­s y la presencia estadounidense será «claramente reducida».

En lo que atañe a Afganistán, ambos candidatos estiman que es necesario enviar más soldados para combatir a la milicia Talibán y a la red Al Qaida, responsables del recrudecimiento de la violencia.

Y los dos están a favor de los ataques preventivos desde Afganistán contra los rebeldes que cruzan la frontera con Pakistán, una polí­tica a la que Islamabad se opone firmemente.

Su divergencia reside en que Obama llama abiertamente a realizar ese tipo de acciones, mientras que McCain estima que «no hay que decirlo en voz alta» para preservar las relaciones con un aliado clave.

Frente a las incursiones de talibanes desde Pakistán, la administración Bush comenzó a lanzar tales ataques durante las últimas semanas.

Obama y McCain rechazan la idea de abrir un nuevo frente contra Irán -a pesar de que el republicano hizo referencia a un ataque para impedir que Teherán se dote de un arma atómica-, y ambos apoyan las iniciativas diplomáticas internacionales, que desembocaron en sanciones más severas contra Irán.

McCain puso en la picota a Obama por haber dicho que estaba dispuesto a discutir sin condiciones con los dirigentes iraní­es, pero sus posiciones se acercaron.

El demócrata habla ahora de una «preparación» antes de emprender conversaciones con Teherán, las que no necesariamente involucrarí­an al presidente Mahmud Ahmadinejad, criticado por sus diatribas anti-semitas. Por su lado, el candidato republicano no excluye reuniones de nivel ministerial con Irán.

Obama endureció su discurso en relación con Rusia tras las crí­ticas que le dirigió su adversario por su reacción, considerada demasiado blanda, ante la invasión rusa a Georgia en agosto último.

El propio McCain tiene un discurso más radical que el del gobierno de Bush. Pide la exclusión de Rusia del G-8 y de las negociaciones para su adhesión a la Organización Mundial de Comercio (OMC), a pesar de que insiste en la necesidad de cooperar con Moscú, en particular en las negociaciones sobre la polí­tica nuclear iraní­ y norcoreana.