El planeta se enfrenta al riesgo de vivir un futuro energético «sucio, inseguro y caro», con efectos devastadores para el medio ambiente, y debe actuar urgentemente para cambiar de rumbo antes de 2030, exhortó esta semana la Agencia Internacional de Energía (AIE).
Un informe presentado por la AIE, el World Energy Outlook 2006, revela que «el futuro energético al que hoy nos enfrentamos, basado en actuales proyecciones, es sucio, inseguro y caro», advirtió Claude Mandil, director ejecutivo de esta Agencia, creada tras la primera crisis petrolera de los años 70.
El informe de la AIE coincidió esta semana con la 12ª conferencia internacional sobre el clima, celebrada en Nairobi bajo la égida de la ONU, en la que el calentamiento del planeta fue considerado «una de las más graves amenazas para la humanidad».
Si no se modifican las políticas energéticas, la emisión global de dióxido de carbono (CO2) -principal causa del calentamiento climático- aumentará un 55% en 2030 respecto al nivel de hoy, según la AIE. Además, ya en 2010, China habrá superado a Estados Unidos como primer emisor mundial de CO2.
En caso de que no exista un esfuerzo de racionalización, la AIE prevé un aumento de la demanda de energía primaria de 53% entre 2004 y 2030, un 70% de ella procedente de los países en desarrollo. La demanda de petróleo pasará de 84 millones de barriles diarios (mbd) hoy, a 116 mbd en 2030.
Con ese rumbo, se «acentuará la vulnerabilidad de los países consumidores ante graves problemas de oferta, y la consecuente espiral de precios», y se exacerbará la «magnitud del cambio climático», augura la agencia.
Semejante escenario «demuestra hasta qué punto es urgente que actúen los poderes públicos. Cada año de retraso en la aplicación de políticas» correctoras «tendría un efecto desproporcionado en las emisiones» de CO2, advierte el informe de la AIE.
Pero nada de esto es necesariamente inevitable, insiste la AIE en su mensaje a los gobiernos. «La economía mundial puede desarrollarse incluso utilizando menos energía», asegura Claude Mandil en el informe.
¿Qué vías alternativas hay? Una de ellas es, siempre según la AIE, la energía nuclear, que permitiría dirigirnos hacia «un sistema más limpio, menos costoso y más seguro», en palabras del economista jefe de la OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económico), Fatih Birol.
La energía nuclear ha demostrado ya ser una energía limpia y fiable, y por ello debe ser uno de los pilares básicos de las fuentes energéticas en los próximos 25 años, insta la AIE.
Otra alternativa a desarrollar, para las necesidades energéticas en los transportes por carretera, es la de los biocarburantes.
Según la AIE, en 2030 los biocarburantes deben representar en el mundo entre 4% y 7% del consumo de los transportes por carretera, contra un 1% actualmente.
«Estados Unidos, la Unión Europea y Brasil representarán la mayor parte de este aumento, y se mantendrán como los principales productores y consumidores de biocarburantes», se indica en el World Energy Outlook.
Actualmente Brasil es el productor de etanol (alcohol de origen vegetal) «más barato del mundo» y el mayor exportador del planeta, además de ser «de lejos el mayor usuario de biocarburantes como energía de transporte», subraya el informe.
Sin embargo, la creciente demanda mundial de alimentos genera una «competición» en pos de tierras cultivables con la producción de biocombustibles, también de origen vegetal.
Actualmente, cerca de 14 millones de hectáreas de tierra son utilizadas para la producción de biocombustibles, el equivalente al 1% de las tierras cultivables del mundo.
Ese porcentaje debe pasar en 2030 a entre 2% y 3,5% de las tierras cultivables. En el caso más modesto de las previsiones (2%), ello equivaldría a más de la superficie total de Francia y España.
Por ello, «es necesario superar importantes desafíos tecnológicos» para que sean comercialmente viables los biocombustibles y tengan un papel relevante como fuente energética.