La actriz argentina Cecilia Roth, que encarna a Martha en el primer filme que rueda a las órdenes de Daniel Burman, dice haber reconocido la situación que narra el director de «El nido vacío» en muchas ocasiones de su vida.
«La propia vida está llena de nidos vacíos», reflexiona la actriz, que precisó que en su vida personal no se encuentra en el mismo momento que Martha –una madre cuyos hijos acaban de abandonar el hogar–, ya que tiene un hijo de 9 años y no tiene «una trayectoria tan tradicional como ella».
Martha «es un personaje que acompaña al protagonista; a través de los ojos de él, sé lo que le está pasando a ella, que tal vez no sea lo que le está pasando realmente. La crisis de la pareja se ve desde la crisis de él», relata.
Su personaje, una mujer que deja la universidad para casarse y cuidar a los hijos, «no se sacrifica mucho, ha aceptado las reglas del juego, se ha entregado a esa relación», describe.
Al contrario que su marido, Leonardo, que cuando sus hijos se hacen adultos entra en crisis, Martha «recorre ese camino con más naturalidad y mucha normalidad. El conflicto se manifiesta cuando ve que en soledad no se encuentran», explica.
Cecilia Roth, de 50 años, trabajó por primera vez con Burman en este filme presentado hoy en el Festival de San Sebastián.
«Admiro sus películas y cuando me ofreció participar en su universo, antes de leer el guión ya tenía ganas de trabajar con él. Fue una decisión inmediata. Admiro mucho a Burman, Daniel es muy divertido trabajando y fue una relajada experiencia», relata.
Roth, que vive en Buenos Aires desde hace tres años, terminó a mediados de agosto la segunda temporada de la serie policial «Epitafios», con el también argentino Leonardo Sbaraglia y producida por la cadena HBO, rodada en Buenos Aires.
Hace unos días acaba de concluir un documental sobre la trata de personas producido por la cadena Cosmopolitan TV para América, indicó. Ahora tiene dos proyectos para 2009 de los que no quiere dar detalles.
La actriz, que había venido a San Sebastián por última vez en 2001 con «Vidas privadas», participó en el festival por primera vez en 1977 con «De fresa, limón y menta» y posteriormente con «Crecer de golpe», «Laberinto de pasiones», «Un lugar en el mundo» y «Martín Hache».