La pérdida de las costumbres y tradiciones de nuestra cultura


El fin de semana me fui con mis hijos a descansar un poco a nuestra querida Zacapa, pero como era el dí­a 14 a eso de las 13:00 horas nos fuimos encontrando con todas las delegaciones departamentales y municipales de Zacapa y Chiquimula, de jóvenes y maestros que vinieron a la capital a traer la «antorcha», la llama de la libertad…

T.S. Maritza Velásquez Estrada

Eso me hizo recordar mi juventud, y les fui narrando a mis hijos cómo se daba esta costumbre y tradición en nuestro pueblo, muy ameno; de repente vimos ciclistas, y muchos, muchos buses de Occidente, que fueron a las famosas romerí­as de Esquipulas, porque vení­an con sus coloridos gusanos que tí­picamente se le colocan a los vehí­culos en muestra que hemos ido a visitar al Cristo Negro.

Camiones, y carros de palangana, llenos de jóvenes, hombres y mujeres, alegres, tirando bolsas de agua a los ciclistas y a los corredores con la antorcha, las bolsas salí­an tanto de estos vehí­culos como de los poblados a las orillas de la carretera. Por tradición las bolsas de agua se tiran a los ciclistas, pero no a los corredores con la antorcha.

Cuando í­bamos llegando a Estanzuela nos tiraron una bolsa que sonó en el vidrio de enfrente del carro como que era hielo, pero si hubiera sido hielo el vidrio se hubiera quebrado quizás, me causó tanto susto y alarma, porque me pareció una falta de respeto de los jóvenes. Y sentí­ pena, porque la juventud de ahora no sabe valorar esas costumbres, fueron tan bellas, tan sanas, y alegres para los jóvenes de mi época.

Al dí­a siguiente, mi hermana leyendo la Prensa me dijo: «Mataron a un joven de Chiquimula por tirar una bolsa de agua a un conductor de otro carro; me recordé de lo que nos sucedió a nosotros. Pero que enojo tan grande de la persona que sin mediar palabra, le disparó al joven y lo mató, no era para llegar hasta eso, porque la vida por una irresponsabilidad de un joven, que debió haberle causado tremendo susto a esta persona, y enojo no era para recurrir a este gran daño que le ha hecho a una familia, que ahora llora a este joven, que alegremente sin recomendaciones de sus padres o maestros tomó la costumbre y la cultura, como una algarabí­a, con irresponsabilidades, y toda falta de respeto a los otros conductores, porque ellos no eran los únicos que utilizaban la carretera, habí­a mucho trafico, de comercio, y de buses de pasajeros.

La esencia, de la alegrí­a por esta tradición se perdió, no es la forma como deben de salir los jóvenes a traer o llevar la antorcha en el 15 de Septiembre, porque en esta violenta sociedad por pitar a otro carro no sabemos cómo nos van a responder, y esa fue la desafortunada situación de este joven que desde mi análisis, debieron de haberle advertido sus maestros responsables de que esa clase de actuaciones de agredir a las personas en la calle con bolsas de agua no es una muestra de educación si no de agresión.

Finalmente en este recorrido pudimos ver cómo quedó la carretera, con mucha basura, bolsas, botellas, latas, papeles de comida, etcétera. Una irresponsabilidad de no enseñarles a los jóvenes que deben de ser ecologistas, al rescate de la naturaleza, de nuestros mismos servicios, porque las carreteras son de toda la población no de unos ni de otros.