La violencia aumentaba en Sri Lanka hoy con la continuación de una sangrienta batalla naval entre los rebeldes tamiles y la marina en el noreste del país, mientras que a Colombo llegan las condenas internacionales por la masacre de refugiados civiles tamiles.
Los violentos combates marinos que estallaron ayer continuaban hoy a lo largo de la costa noreste del país, donde el ejército reivindicó la destrucción de dos embarcaciones de los rebeldes tamiles poco después de que la guerrilla hundiera dos patrulleras de la marina.
Los diversos balances, contradictorios, afirman que hay 31 muertos, de los que 25 son marinos de Sri Lanka.
Las embarcaciones repletas de explosivos de los Tigres de Liberación del Eelam Tamil –LTTE, guerrilla que lleva 30 años peleando por la autonomía del noreste de Sri Lanka– fueron hundidas a la altura de Trincomalee, puerto del noreste de la isla esencial para el aprovisionamiento de hombres y material de la península de Jaffna (norte), corazón de la rebelión tamil.
En la capital, Colombo, un diputado tamil de Sri Lanka cercano a los Tigres tamiles, fue asesinado a tiros cuando iba a trabajar en coche, indicó la policía hoy.
Nadarajah Raviraj, abogado de 44 años, diputado moderado de la Alianza Nacional Tamil (TNA) y ex alcalde de la ciudad norteña de Jaffna, la «capital cultural» de los tamiles, falleció una vez ingresado en el hospital de Colombo. Su guardaespaldas también pereció.
El presidente del país, Mahinda Rajapakse, condenó el asesinato y pidió a la policía la apertura de una investigación.
Esta nueva irrupción de la violencia tiene lugar cuando el gobierno se enfrenta a las críticas internacionales por haber matado a al menos 65 civiles tamiles y herido a otros 300 tras bombardear el miércoles un campo de refugiados en el este del país.
«Un ataque de tal envergadura contra civiles prueba que se continúa utilizando ciegamente la fuerza en el conflicto de Sri Lanka», consideró el coordinador de Naciones Unidas, Jan Egeland.
Estados Unidos «lamentó profundamente» la «pérdida de vidas inocentes». El departamento de Estado exigió la apertura de «una investigación independiente».
La masacre del miércoles también fue condenada por Noruega, el país mediador en el conflicto de Sri Lanka, después de que varios observadores estuvieran en peligro por tiros de obuses lanzados por fuerzas gubernamentales.
Estados Unidos, Japón, la Unión Europea y Noruega, proveedores de ayudas económicas a Sri Lanka, ya han amenazado con reducir éstas si la violencia no cesaba. Por su parte, el presidente del país acusó a los rebeldes tamiles de utilizar a los civiles como «escudos humanos».
Los enfrentamientos de esta semana entre el Ejército y los LTTE se producen después del rotundo fracaso de las negociaciones de paz a finales de octubre en Ginebra.
La insurrección tamil ha dejado unos 3 mil muertos este año y al menos 60 mil entre civiles y militares desde que empezó, en 1972.